Como en el caso de los vertidos de La Jarilla, el primer contacto con los vecinos de El Santísimo nos llegó por el buzón de denuncia ciudadana.
Aquella denuncia hablaba de vandalismo e inseguridad en la que ha sido considerada mucho tiempo como una de las más exclusivas zonas de La Rinconada.
A la sensación de inseguridad, compartida por el resto de la población ante la falta de efectivos de la Policía Local —algo tan asumido en los presupuestos que la partida de gratificaciones (horas extra) de 2022 es de 207.226 euros— se le suma la lejanía y la tipología puramente residencial de la urbanización.
«Hasta carreras ilegales se han hecho en las calles no urbanizadas» relata un vecino, que afirma, que se han llegado a plantear la contratación de seguridad privada ante la tibia respuesta por parte del ayuntamiento, que se comprometió a «destinar eventualmente alguna patrulla para disuadir».

Una falta de respuesta, y compromiso, comentan los vecinos, que se nota en la totalidad de la barriada: pasos de peatones —recordemos que hace apenas unos meses que se han renovado con gran propaganda— y plazas de discapacitados sin pintar, contenedores quemados, tapas rebasando con mucho el enrasado del suelo, en una auténtica llamada a la caída, en una zona habitada por muchos mayores. Caídas además muy peligrosas, a tenor de la longitud de los pernos de las farolas que se levantan hasta a 5 centímetros del suelo.
Otra de las quejas es con el mantenimiento de las zonas infantiles y de los espacios verdes. De los primeros, faltan elementos y se aprecian los herrajes. Los vecinos han exigido su reposición y desde el ayuntamiento les han contestado que «están pedidos». Las zonas verdes, llenas de calveros, centran la conversación: «aquí llegan varios operarios de Acciona cada cierto tiempo, hacen ruido 15 minutos con las desbrozadoras y desaparecen. No hay un verdadero cuidado de los jardines. Ni siquiera recogen lo que cortan» dicen, señalando los restos de vegetación cortada en una de las plazas de la urbanización.


«Lo que más nos enfada es que no obtenemos un servicio público de calidad, y la contribución que pagamos no es pequeña. Pero muchas de las cosas, como el asfalto o las líneas de la carretera llevan igual desde hace 18 años, y el ayuntamiento sólo hace las cosas cuando se le han exigido, y además, tras mucho exigir».
«Ni siquiera tenemos transporte público» comentan, señalando la parada más cercana, la del teatro, a más de 400 metros del centro de la urbanización.

«Se lo comentamos a un concejal, proponiéndole que el autobús diera servicio a la zona con una parada que añadiría dos minutos al recorrido. Descartó la idea al momento sin valorarla».