Artículo publicado originalmente en Andalucía al día
¡Lo que son las cosas! Acabo de leer un artículo de Simón Rafael Candón, hijo de un buen amigo de toda la vida, sobre el movimiento natural del café. Un artículo por cierto genial, no sólo por lo que dice, sino, y esto es más importante, por cómo lo dice.
Comenta el escritor que todos movemos el café en el sentido de las agujas del reloj, es decir, hacia la derecha. Lamento contradecirte amigo, si me permites el tratamiento de amigo, Simón Rafael: yo muevo el café hacia la izquierda. El café y todo lo que mueva. Es más, hace unos dos años creo recordar, mientras ayudaba en la cocina, mi mujer me dijo que «así no se mueve, lo estás haciendo al revés». Me quedé sorprendido por la observación, ya que nunca había pensado en cómo se debe mover el café, el caldo, el puchero, las espinacas o lo que estés cocinando.
A raíz de ese comentario de la «dueña y jefa de la casa», fue cuando me di cuenta de que, en efecto, yo movía el café al revés de cómo lo hace casi todo el mundo. Y digo casi por que algunos, supongo que habrá más gente que lo hace como yo, movemos el café hacia la izquierda.
Reflexionando sobre tan trascendental dilema que se me plantea sobre si muevo o no correctamente el café, se me ocurren algunos motivos o justificaciones, como quiera usted, amigo lector, sobre el motivo del movimiento cafeteril. Si la mayoría, la inmensa mayoría, lo hace hacia la derecha, que es el sentido en que se mueven las agujas del reloj (por cierto un artilugio cada vez más en desuso), quiere decir que la minoría que lo hacemos en sentido contrario somos unos inadaptados sociales. Dilema digno de ser estudiado a fondo por sesudos sociólogos o antropólogos, no me queda claro el campo de aplicación concreto en el que caería el estudio del movimiento de la cucharilla en la taza de café.
Por otro lado, se me ocurre que el reloj, y, por tanto, el movimiento de sus agujas, es algo impuesto por el hombre, no algo natural. No podemos olvidar que la Tierra, es decir, nuestro mundo, se mueve en sentido contrario a las dichosas agujas del susodicho reloj, es decir, hacia la izquierda. El reloj es un invento humano, en tanto que la Tierra es un ente de la Naturaleza, ergo, quien mueve bien el café, soy yo, y los que hacen como yo: mover el café hacia la izquierda.
En conclusión, el movimiento natural del café es girando la cucharilla hacia la izquierda, que es como yo lo hago. Es decir, que, siguiendo el silogismo, mi tendencia de girar a la izquierda es correcta genéticamente. ¡La genética es la genética!