En el último artículo publicado expresé que desarrollaría la segunda parte del mismo: «Y sí bastantes hombres blancos hablar con lengua de serpiente». Aunque he decidido cambiarlo por otro título: «Nombrarlo para reconocerlo», porque la mejor manera para enfrentar un problema es conocerlo. Nominé hombres blancos (en plural) porque para desgracia de la dignidad humana, desde que los indígenas de América del Norte perdieron la batalla con los colonizadores blancos, ese proverbio-metáfora se ha reproducido más que los insectos. Aunque predominan en otros lares, me referiré exclusivamente a los que hablan en nuestro Ruedo Ibérico. Si bien he deducido titularlo de otra manera, porque solo con nombrarlos podremos reconocerlos e identificarlos mejor. ¡Vamos a ello! Y ¿al lío?
De entrada diré que no me atrevo a competir con el gran Javier Krahe a la hora de describir a ese hombre blanco, para ello utilizaré solo algunas de sus estrofas: «Tú decir que si te votan/ Tú sacarnos de la OTAN/ Ahora tú ser presidente/ Hoy decir que esa alianza/ ser de toda confianza/ Incluso muy conveniente…». No voy a recalcar las hipocresías, falsedades, engaños de las que han hecho gala (y siguen haciendo en la actualidad) Felipe González, alias Gas Natural (aunque sería mejor sustituir este último alias por Engáñez) y su fiel escudero Alfonso Guerra, antaño, defensor a ultranza de los descamisados, pero que, sin embargo, hoy sea alinean con los que histórica y sistemáticamente atentan precisamente contra los descamisados, o sea, se alinean con esa gente de apellidos que tienen fortuna y poder. Típica reacción de pura contradicción de estos «señoros» que hoy hacen oposición extrema, precisamente, a los que manifiestan apoyo a los descamisados, porque es imposible que la ventana esté abierta y cerrada a la vez o que llueva y no llueva a la vez en el mismo sitio. Señal inequívoca de «ser hombres blancos hablar con lengua de serpiente».
En otro lote se pueden situar: el Sr. de la Guerra, más conocido por Sr. Aznar aquel que nos metió en la guerra de Irak con tal de estar en una foto con Bush y Blair y que nos dijo muchas burundangas (y sigue diciéndolas) pero que solamente señalaré las dos más significativas: 1) «pueden estar seguros de que el régimen iraquí tiene armas de destrucción masivas», (después se descubrió que no eran tales) y 2) que por ese motivo sufrimos los atentados de Atocha, cuya autoría yihadista intentó endosársela a la ETA, con el apoyo mediático indiscutible de otro siseador, P.J. Ramirez, por aquel entonces director de El Mundo. Otro gran hombre blanco hablar con lengua de serpiente es, sin duda alguna, el que heredó la Jefatura del Estado del dictador criminal que sometió a la España de la postguerra a un genocidio, aunque sea una palabra que el estableisment haya decidido no incluirla en su vocabulario oficial. (Genocidio= Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos, —los comunistas, anarcosindicalistas, socialistas, rojos, etc. fueron masacrados y muchas mujeres masacradas en aquella España de los vencedores—). Ese hombre blanco que en vísperas de las fiestas navideñas tan entrañables y familiares nos decía en todas las televisiones aquello de «todos los españoles somos iguales ante la ley», cuando J. Carlos I sabía a la perfección que él es inviolable y que no está sujeto a ninguna responsabilidad, o sea amparado por la tan consagrada Constitución española; y no solo el rey sino también sus herederos tal como se puso de manifiesto en el caso Nóos, donde hubo fragante de trato de favor hacia su hija. El juez instructor del caso, el Juez Castro, la imputó porque quería que la infanta explicara su implicación, pero a instancias de la fiscalía y de la Audiencia de Palma, quedó desimputada. Y todo esto me recuerda a buen escritor, George Orwell, con aquella célebre frase de su libro Rebelión en la Granja: «Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros». El todos somos iguales… se entiende como una democratización de las relaciones sociales. Sin embargo, más iguales que otros, se refiere a la diferencia que existe entre quienes detentando el poder se ven a sí mismos como seres superiores y endiosados, o sea, casi intocables.
Y ahí entra otro gran grupo de hombres blancos hablar con lengua de serpientes, que no voy a denominar uno a uno, pues son tantos que serían muchas las líneas que ocuparían en este artículo, así que los definiré como: los que ya sabemos. Son los referidos a las altas instancias de la judicatura y a esos corifeos y caciques de los medios de comunicación que nos nublan las mentes con lawfare (para entendernos: guerra jurídica) y noticias tergiversadas de los hechos noticiables o judiciales, o sea arrimando «las ascuas a sus sardinas». No pueden ser más Iscariote, pues hipócritamente hacen un pacto de silencio que protege a los que poseen grandes apellidos y depositarios de grandes fortunas de esta España tan, tan, tan democrática. Ahí están esos jefes redactores de rotativos, informativos, radiofónicos… junto a ese organigrama de jueces que pululan por el CGPJ, caducado e inconstitucional, para más inri. Abro paréntesis. Confundir jueces, letrados, fiscales… con CGPJ es ya un clásico de la intelectualidad del bipartidismo, (o sea PP y PSOE) consagrados en la «perfecta Constitución española», ni confundir OK diario con Diario Público, por citar ejemplos concretos, o la COPE con Radiópolis o TreceTV con Canal Red. Cierro paréntesis. Es decir, ese todos son iguales tan incrustado en las mentes de los españoles hay que empezar a desterrarlo. Ni todos los periodistas, ni todos los medios, ni todos los jueces, ni todos los fiscales, ni todos los políticos son iguales. Nombrarlos para reconocerlos. No todos los hombres blancos hablan con lengua de serpiente. Afortunadamente. Aunque unos más que otros, porque las estructuras del Régimen del 78 siguen aún intactas. Desgraciadamente.
Con permiso de Bernardo Fuster o Pedro Faura (son la misma persona), me despido con este (su) MANIFIESTO.
Yo firmo lo que sea
Pero no se trata solo de firmar
Se trata de escribir
Pero no se trata tan solo de escribir
Se trata de leer en voz alta.
Pero no solo de leer
sino también de salir a la calle
No solo de salir a la calle
También de gritar por las aceras
Pero no solo de gritar
Se trata de reunirnos todos
Al fin por la justicia,
Al fin por la paz
Pero no solo de reunirnos,
También de cantar
Pero no solo de cantar
También de iniciar una marcha
Pero no solo de eso, sino también
De llegar caminando hasta el fin y caiga quien caiga
Derribar a las gentes que nos estorban y envilecen
Pero no solo de llegar
Y de derribar
Sino también de construir
Dentro de España a España
Pero no solo eso
Sino también…
Con esto no digo nada y…