Ya tenemos en el campo de la derecha política española un triángulo equilátero perfecto (pero cambiante). Las últimas noticias recibidas de este pasado fin de semana, así nos lo han dibujado.
En un vértice se sitúa ese candidato del PP que en su juventud codeaba su amistad con un famoso narcotraficante gallego (expresado nítidamente en un programa de Jordi Évole y expresado gráficamente en fotografías difundidas por distintos medios). Ese mismo político, que gran parte de la derecha mediática blanquea como político moderado (no se sabe el porqué, ¿o sí se sabe?) Mientras que otros periodistas del sector progresista, como Juan Oliver del diario Público que lo define como: «NI DIALOGANTE, NI MODERADO, NI BUEN GESTOR». Lo cierto es que Feijóo, actual líder del PP, ha demostrado llevar la política nacional a la deriva ética y moral.
Primero tendiéndole la mano a conformar gobierno con la ultraderecha de Vox en el gobierno de Castilla y León, en segundo lugar en el posicionamiento político, que ha tenido el PP, a diferencia de lo que hizo Casado, en la reciente moción de censura presentada por Vox, con esa raquítica y falsaria abstención y en tercer lugar entregándose, junto a Ayuso, Almeida y él mismo, a la secta evangélica más extremista afincada en Madrid, al estilo de Bolsonaro y de Trump.
Los otros dos vértices lo ocupan precisamente la arrogancia trumpista y la soberbia bolsonarista, representadas en los gobernantes Ayuso y Almeida. Personalmente, no sé lo que le puede pasar por la cabeza a esa gente trabajadora que les dan sus votos… no lo entiendo. La sensación que tengo en estos momentos es de asco de esa Tripe A cada vez más carca, ultra y sectaria, y cada vez más alejada de lo que debe ser una derecha conservadora pero democrática. ¿De verdad queremos que gente así nos gobierne?
Al principio lo definí como triángulo, pero con el añadido de cambiante. Cambiante porque cuando se ponga a funcionar se convertirá en un círculo que nos apisonará y aplastará sin compasión alguna. ¿De verdad queremos que algo así nos gobierne? ¿De qué sirve protestar después en bares o en cafeterías o en tertulias de calle cuando esa política del PP encabezada por Feijóo si racionalmente se sabe que la única manera de combatirla es en las urnas?
Ya lo que nos faltaba: entregarse por un puñado de votos a esa secta evangélica de Yadira Maestre y que al final de cada sesión parlamentaria se pasara el cepillo… Lo que nos faltaba.
Antonio Durán
Maestro jubilado