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Pierde la clase trabajadora cuando se obedece a ciegas el orden neoliberal imperante. Singularmente, desde la última década del siglo pasado (años 1980-1990) con la ruptura del equilibrio OTAN-Pacto de Varsovia. Cuando se ha aumentado la riqueza por 50 y parte de la misma no ha llegado como plusvalía a quien en verdad la ha producido. ¿Por qué se ha de producir más y más cuando está demostrado empírica y científicamente que ese mecanismo nos conduce a la muerte biológica del Planeta Tierra (Cambio Climático) y a cambio, enriquecer a unos pocos?. Sabemos que lo que se produce de más, es desechable; lo que se produce de más, es despilfarro. Sabemos que el 30% o 40% de las producciones agrícolas e industriales van a parar a la basura. Y no en reequilibrar el mundo. Por tanto, la cuestión no es producir más, sino producir mejor y de una manera sostenible.
Perdemos cuando nos mercantilizan todo: la educación, la salud, los cuidados, la vivienda: ¡la vida! Por eso se alargan y alargan los periodos de jubilación (cuando una posible solución es el reparto del trabajo, pues ello significa repartirlo más equitativamente entre todos; trabajar menos significa trabajar todos y sufrir menos, que es lo mismo que vivir plena y humanamente). El sistema capitalista lleva a cabo su máxima: mercantilizar la vida. Por eso la sanidad se ha convertido en un nicho de ganancias, al igual que la vivienda o la educación o los cuidados de nuestros mayores. Felicito la rebelión ciudadana francesa, porque al parecer allí sí que tienen otro concepto del tiempo inactivo. Su lucha es básicamente impedir que le aumenten sus años para acceder a una jubilación digna.
Creo que hay algo en nuestra manera de pensar que no nos deja ver ni entender las cosas importantes. Cuando en democracia tenemos el poder de elegir entre aquellas opciones que defienden a los oligarcas y patrones frente a los que defienden la igualdad social y el igualitarismo en contraposición a esos jerarcas. Más de cien veces he llegado a preguntarme si somos o no herederos del “homo sapiens”, o sea que podamos pensar por nosotros mismos para después actuar y convivir con nuestro medio natural y nuestros iguales, como ya hicieron nuestros ancestros neandertales. Creo que la línea evolutiva de aquel “homo sapiens” (sabio) degeneró en “homo ignorare” (ignorante).
Perdemos cuando no sabemos distinguir entre información veraz e información generada por los poderes fácticos cloaqueros. Cuando nos tragamos aquello: ¡lo ha dicho la televisión! Sin siquiera ponerlo en entredicho o cuarentena. O aquello de: “lo ha dicho tal presentador o presentadora”. Tal como ocurrió recientemente en una tertulia televisiva cuando a la periodista Esther Palomera se le demuestra, con audio incluido y en directo en dicha tertulia que Irene Montero sí se ha disculpado ante las víctimas por las rebajas de condenas, pues ni por esas, esa periodista no salía de su libreto, que es la difamación, en estado puro. Cuando la gente le da credibilidad a Inda o a Ayuso o al propio Ferreras y su “Sexta”. Cuando la gente aún se sigue creyendo que la actual Rusia y su actual presidente, Putin, es comunista y no un presidente autárquico que tiene como oposición política, precisamente, al propio Partido Comunista Ruso. Somos más homo ignorare que homo sapiens. Cuando, aún, la gente desconoce, o no quiere conocer que la Secretaria General de Podemos es Ione Belarra. ¿Quién es hoy el Secretario General del PSOE? ¿Es acaso, Felipe González? (y mira que hace frecuentemente declaraciones en los medios) ¡Pues no! La gente sabe que es Pedro Sánchez, sin embargo hay un alto porcentaje de la población que cree que Pablo Iglesias sigue dirigiendo Podemos, (ya se encargan de ellos miles de articulistas, tertulianos y demás de no decir la verdad) cuando deben saber que dimitió de sus cargos institucionales y orgánicos y que ahora se dedica a la comunicación en Canal Red y en pocas y distintas tertulias radiofónicas y como articulista en algunos medios de comunicación.
Perdemos todas y todos cuando nos convertimos en correa de transmisión del ruido que genera el poder mediático para dividir a la izquierda política.
Perdemos cuando le restamos importancia al atentado medioambiental que se está haciendo contra Doñana, que ya se hizo en La Manga del Mar Menor, o lo que hace Ayuso en Madrid, en referencia a la Sanidad y Educación Públicas o lo que se ha hecho en el Amazonas desde el gobierno Bolsonaro (aunque nos pille tan lejos) Se da la coincidencia, que no por casualidad, que lo hacen fuerzas políticas protectoras de eso que llaman neoliberalismo o dicho en otros términos: capitalismo salvaje.
Perdemos cuando se admira a los EEUU como referente y garante de la paz mundial cuando es sabido que es el estado que más guerras ha creado desde su existencia en todo el mundo y el que tiene más bases militares fuera de sus fronteras para imponer su hegemonía militar y económica. ¿Se han encontrado aquellas armas de destrucción masiva en Irak?
Aterrizando ya en nuestra tierra. Perdemos y, lo que es peor, no queremos aprender. El 28 de mayo tenemos una oportunidad para demostrar nuestro poder como clase trabajadora para frenar aquellas fuerzas políticas que defienden el poder de los patronos ya sea desde ayuntamientos, ya sea desde Comunidades Autónomas. Perdemos si desaprovechamos la ocasión de no castigar con nuestro voto a esas fuerzas políticas que representan a la derecha política española. Perdemos derechos, perdemos conquistas, perdemos progreso. Perdemos