De pajarillos en el nido a pajarracos surcando los cielos de España.
Mucho se oye hablar de que una ola reaccionaria nos invade o de la aproximación de un tsunami ultraderechista exportado por Bolsonaro y Trump. Yo voy a introducir un término más rajoyniano al estilo: un plato es un plato.
Lo que en verdad está sucediendo en España va de pajarracos. ¿No es el símbolo del PP un alcatraz? ¿No es verdad, que los de Vox disfrutan hasta babear con las banderas del aguilucho franquista? Pues eso, esto no va ni de olas, ni de tsunamis, va de bandadas de pajarracos. O sea, se parece más a la película de Alfred Hitchcock que a otra cosa. Porque al igual que en la película «Los pájaros», esas gaviotas, estorninos, mirlos y hasta cuervos ya estaban en el pueblo costero de Bodega Bay. Aquí, desde la muerte del dictador Franco, ya estaba AP (o sea el genuino PP Vox), que no se nos olvide, ¡eso sí, eran muy pequeñitos, sólo el 8%, y apenas salían de sus nidos! Y como todo ser vivo, crece, a esos pajarillos, entonces, lo alimentaron silenciosamente muy bien y crecieron y se hicieron pajarracos «gota a gota, se llena la bota». Una diferencia con respecto a la película del genial Sir Alfred está en que, si en la peli el sonido emitido por los pájaros eran aleteos, graznidos, etc, los de aquí son sus enormes deseos de regreso al pasado, que no es el de aquel 8% (que en mi opinión es lo que le correspondería en una democracia avanzada) sino al sentimiento de quién colocó esa águila imperial en la bandera nacional. Y esto, habrá que tenerlo en cuenta, porque en el presente más presente lo que se busca es conjugar el verbo derogar, que es lo mismo que arrasar a todo lo que ha olido a progreso en derechos y libertades conseguidos en legislaturas donde han imperado mejoras para la población. A veces se da la sensación que la historia se repite (os invito a leer: Barbarie y civilización en el siglo XX. Manuel Chaves Nogales, por Francisco Cánovas Sánchez —fue mi profesor de historia contemporánea en mis estudios de magisterio—, en Alianza Editorial) por eso es tan importante que el pueblo reciba una información veraz, basada en postulados cívicos, democráticos y éticos. Una victoria de una minoría mayoritaria de las derechas nos reportará un notable retroceso porque se impondrá la modificación parcial o total y/o anulación de los avances laborales, de derechos y libertades conseguidas.
Esa sobredimensión mediática de blanqueo permanente hacia los pajarracos, o sea, a lo que significará Vox para el futuro más cercano, esa normalización de moderación hacia Feijóo, esa ocultación informativa de las atrocidades de Ayuso, de Almeida y de un largo listado de dirigentes de las derechas ha ido calando como gota china en los televidentes de Atresmedia, Mediaset, de la Cope e incluso de TVE, o lo que es lo mismo: de Ana Rosa, Pablo Motos, Griso, Ferreras, Vicente Vallés, Inda, Carlos Herrera, Jiménez Losantos, y un largo etcétera, que han llegado a intoxicar sus mentes, porque desde esas esferas no se critica democráticamente, como debe ser, sino que se detesta, se calumnia, se amenaza. No se aspira a vencer, sino a aniquilar y se arman para derrotar el sanchismo, sin saber qué es eso del sanchismo y entonces se producen opiniones de que cuando alguien se dirige a su coche mire debajo del mismo por si ETA le ha colocado una bomba lapa, cuando se debe saber ya lo que pasó con ETA, o para llegar a ver okupas hasta en su sombra. En cambio, que esa misma gente no se plantea que el PP haya sido condenado por corrupción en muchas sentencias, ni que Ayuso haya dado concesiones a su hermano, saltándose los trámites reglamentarios, ni que muchos de sus dirigentes haya estados sentenciados y en cárceles, etc. o que los de Vox sean negacionistas de todo lo que huela a progreso y diversidad, de que su presidente haya vivido de un chiringuito desde después de hacer la mili (¡ah, que tampoco la hizo!, pues eso) o de que haya falsificados documentos para lucrarse —en referencia a Monasterio y Espinosa de los Monteros—, ni de la presencia de Smith en actos al grito de Viva Franco. A estos «pajarracos» nada les penaliza. Insólito, raro e increíble pero cierto. Una parte de la población asalariada les da su apoyo de manera inequívoca. Debería ser incoherente, pero no lo es. Se demuestra en cada votación.
Lo diré en positivo, la falta de honestidad y limpieza informativa en la publicación de noticias basadas y sustentadas en el propio código deontológico de la prensa, que son el valor moral y mental de una sociedad libre, nos puede aproximar a una catástrofe social y que no seamos conscientes de sus consecuencias. Informar no es difamar. Una cosa es negar la conformidad a ciertos principios y argumentar sobre ello y otra bien distinta regatear el respeto ajeno, falsificando noticias y dándolas por verdaderas cuando se sabe que no lo son, creando en la población un clima de condena previo (el Juez Garzón, Victoria Rosell, Pablo Iglesias, Isa Serra, los jueces Gómez de Liaño y Elpidio Silva, Alberto Rodríguez, entre otros muchos más son ejemplos vivientes de esas prácticas). Sin olvidar la necesidad de una educación actualizada y sustentada en la memoria histórica y en los principios democráticos y que fomente ciudadanos solidarios, tolerantes, humanistas y con criterio propio.
En julio, la posibilidad de retomar y ampliar las reformas económicas, sociales e institucionales está en juego. La alianza de los partidos progresistas es la garantía de seguir avanzando. Solo hay que poner en valor las cosas que se han conseguido y producido desde el Gobierno de coalición y sobre todo preguntarse las posibles consecuencias de no poder continuarlos. Terminaré con un texto que leí en redes firmado por Flavia Company. Os invito a leerlo y a reflexionar sobre ello, dice así:
«Gratitud y contento. No siento que pueda haber ninguna otra buena de vivir. Y creo que para que todas las personas podamos manifestar gratitud y contento, es esencial que se redistribuya la riqueza, se avance en políticas de igualdad, se enseñe la tolerancia y la solidaridad, se expanda la cultura, se respete la diversidad, se fomente el arte, se entienda que la educación y la sanidad son para todas las personas y no un negocio, se replantee la relación con la naturaleza y se acceda a la conciencia. Y por todo eso digo que en las próximas elecciones, si se cree en algunos de estos principios que acabo de mencionar, no se puede ni se debe votar a las derechas ni se puede dejar el voto en blanco ni menos aún en casa. Defendernos a todos es defender a cada cual. Dicen que vamos a tener lo que merecemos. Bien, entonces merezcamos lo mejor, no lo peor. Les dejo un abrazo».
Esto que viene a continuación, lo añado desde mi cosecha: HACE FALTA YA UNA PRESIDENTA DE VERDAD. El poder lograrlo está en tus manos.