Solemos dejar pasar estas cosas porque no queremos hacer publicidad —ni favorable ni desfavorable— encubierta, pero el correo que hemos recibido esta mañana en redacción nos hace detenernos y plantearnos la pregunta: ¿debemos ser los medios de comunicación transmisores acríticos de cualquier información?
Les ponemos en contexto. Una alerta de nuestro sistema de correo nos avisa de que hemos recibido algo, de primeras, muy interesante. El asunto, «NdP (Nota de Prensa, abreviado). Una de cada tres mujeres de Andalucía destaca la seguridad, la confianza y el empoderamiento como los principales aspectos que hacen brillar a una mujer».
Oigan, recibir un estudio de este calibre con dichas conclusiones, en el día mundial del Cáncer de Mama, no es cuestión baladí, así que abrimos los archivos adjuntos para sumergirnos en la lectura, y en la ignominia.
Lo primero es que del citado estudio, no hay rastro. Si buscan ustedes las palabras «Estudio ‘Mujeres que brillan’» les aparecerá un saco de medios que han copiado las palabras sin ningún atisbo de vergüenza, comenzando por la agencia EuropaPress, que lo incluye en life-style (vamos, que dan por hecho que es tendencias, moda o similar, y no un estudio serio sobre el empoderamiento y la autopercepción social femenina). Es más, en prácticamente todos estos medios aparecerá la misma fotografía, la de una modelo femenina vestida con una fresca camisa sin mangas en un transporte público, sujetándose en la barra superior, excusa perfecta para mostrar su límpida axila libre de vellosidades.
No obstante, volvamos al texto de la nota de prensa, donde nos dicen que las mujeres valoran a sus amigas no por el físico, sino por cualidades como la seguridad en sí misma, la confianza o el empoderamiento. Dejemos atrás que estas tres cosas son la misma (y que en realidad se habla de forma encubierta del aspecto físico) y pasemos a la siguiente idea que nos presenta: las mujeres, cuando se preguntan a sí mismas sobre los aspectos que más les hacen brillar, destacan cosas como su look, su maquillaje o su peinado.
La nota de prensa nos regala cifras para sostener estas aseveraciones, diciendo que la mujer, cual maniquí, define que es la ropa, la vestimenta y los complementos en un nada desdeñable 38%, el pelo y el peinado en un cercano 34%, el maquillaje en un 23% y el estado de la piel en otro 17%, los aspectos más destacables que les hacen brillar. Los aspectos psicológicos como estar feliz, sentirse bien con una misma, la seguridad y la confianza, nos dicen, quedan en un segundo lugar. Debemos preguntarnos —sin posibilidad de confirmación, porque nos dan las conclusiones del estudio, pero no éste— de dónde salen estas cifras. Para empezar, si sumamos los porcentajes, estos superan el 100%, por lo que quizá quienes creen que es la ropa lo que les define es el 38%… del total.
Y a cuento de qué viene la nota de prensa, nos preguntamos, viendo que todos los hilos (ya sean físicos o psicológicos) llevan a la misma madeja: la de sentirse bien con una misma, que brille en una sala de baile, en el transporte público donde no haya que sentir vergüenza (a eso le llaman seguridad y confianza, como en los anuncios de compresas, y no a que una cultura de la violación obligue a las mujeres a ir en tándems al baño o a escribirse que han llegado bien a sus domicilios tras una noche de fiesta) por levantar la sobaca y que haya los pelos que tiene que haber en una sobaca.
Pero es más, el estudio continúa diciendo, afirman, que el 35% de la muestra encuestada (agarrense, 2000 mujeres, en todo el país) han destacado la seguridad, la confianza y el empoderamiento como los atributos que hacen que una mujer brille, seguidos de la inteligencia (22%) y los aspectos relacionados con el trabajo y el esfuerzo (19%). En un segundo nivel, dicen, mencionan la felicidad, el estado mental y la personalidad.
Les pedimos un alto en el camino y que vuelvan a leer las cifras anteriores, las comparen con las de dos párrafos más arriba y nos digan si la nota de prensa —y el estudio— en realidad no se está contradiciendo a sí mismo en cada punto. Efectivamente, esto no cuadra. Y si cuadra, es exactamente de la misma manera en que cuadraba que los médicos y dentistas recomendaran conocidas marcas de cigarrillos hasta hace no tanto. Por cierto que podemos hablar de la publicidad patria de la Kina, recomendada por los anuncios con el dibujo animado de un niño asegurando que abría el apetito. Ya saben ustedes de cuál hablamos, ¿cierto?
Tal como fue entonces, hoy la diana del público son las ganas de ser aceptado socialmente, aunque estas campañas huelan a naftalina y se den en plena revolución feminista de la sociedad, una revolución que dejó de preguntarse a qué olían las nubes para mostrar que, oh sorpresa, la regla es roja y que, vaya, huele por los productos de algunas compresas, no por ti. Que no estás rota, que no te pasa nada. Que la mayonesa no se te va a cortar. Vamos, que no eres una bruja por sangrar todos los meses y no morirte.
A promocionar productos de higiene y salud íntimas femeninas como lo que son —si pica, puede que tengas candidiasis, sin tapujos, y es mejor que te lo trates con un medicamento especializado— y no con eufemismos gongorianos que, esto sí, minan la seguridad y la confianza en una misma.
Porque, ¿saben ustedes? en Periodismo también se estudia Publicidad, y la función primordial de ésta es principalmente, la de crear y exacerbar necesidades. Necesidades en la mayoría de los casos inexistentes por sí mismas.
Las pruebas son claras: si quieres sentirse segura —y puede que triunfar, que tampoco te lo aseguran porque ya tenemos una edad y sabemos que el pensamiento mágico no funciona—, compra la nueva y maravillosa depiladora que la marca que patrocina este estudio te aconseja en revistas como ELLE o agencias como EuropaPress, que además, la valoran de forma excelsa. Y sí, el nombre de la depiladora tiene que ver con la luz, el brillo y toda esta mandanga de empoderarse que se han traído.