Pues bien, el próximo día 23 de julio los buenos hemos de hacernos oír. El orgullo español, como sentimiento de logros conseguidos, se ha manifestado de forma repentina y de distintas formas a lo largo de la historia. Cuando los españoles somos capaces de diferenciar entre los que se venden al sistema por una seguridad económica para seguir disfrutando de sus privilegios de manera descompensada y en contra de los que no tenemos voz. Entonces esa voz se alza y rompe el silencio. Voy a poner 3 hitos que así lo testifican: 1) en 1808 tras la invasión de las tropas de Napoleón, 2) en aquellas elecciones municipales de 1931 en las que se dio «muerte política» al sistema monárquico Borbón y 3) cuando un 4 de diciembre de 1977 los andaluces se echaron a la calle para reclamar autonomía para Andalucía que finalmente fue conseguida. Hay muchos más hitos, que seguro rebuscando en nuestra memoria encontraremos.
Ese orgullo de perseguir la libertad y la lucha creciente de conquistas de nuevos derechos que superen las graves carencias que aún padece el pueblo español por esa falta de independencia judicial sustentada en ese podrido sistema de medios de comunicación. Eso es lo que está en juego a partir del 23 de julio: Avanzar o no avanzar.
Avanzar hacia esa idea de ir creando esa cultura cívica alternativa al nacionalismo españolista. Una cultura que defienda la libertad, y reconozca la diversidad territorial y personal, que derogue la ley mordaza y todas aquellas trabas emanadas de aquella transición que sirvió para aquel momento histórico pero que necesita urgentemente una actualización. Una cultura que apueste por lo público (que nos iguala) frente a dejarlo todo a la ley del mercado (que nos hace desiguales, según se tenga o más o menos salario). La gente más poderosa tiene que entender que los demás también vivimos en esta sociedad y debemos tener los derechos garantizados: pensiones adecuadas, estabilidad laboral, seguridad, salud, servicios públicos, acceso a la vivienda, etc. sin tener que arruinarnos por la obtención de ellos.
O no avanzar y quedarnos anclados en ese nacionalismo de estado híper centralizado en un Madrid mastodóntico defendido a ultranza por esa derecha que es toda ella extrema y por esa poderosa maquinaria de medios de comunicación que no comunican, sino que más bien intoxican, pues no cuentan la realidad ni garantizan la función social que constitucionalmente tiene asignado el periodismo. O por esa Justicia al gusto de sus intereses. El problema es que en España no tenemos una derecha en el sentido europeo, sino que aún sigue anclada en un fuerte sentimiento guerra civilista («para eso ganamos la guerra») y que se cree dueña y ama del Estado que, con su estrechez de miras, promueve el odio a todo aquel que intente privarle de sus privilegios y que cuando las urnas le dan la espalda pone todos los resortes cloaqueros a su alcance para alterar el juego democrático. Esa derecha que se jacta de tener controlado y congelado el Consejo del Poder Judicial. Esa una derecha negacionista y terraplanista que vota por sistema en el congreso de los diputados en contra de todo aquello que huele a igualdad, progreso o evolución.
No avanzaremos si se le da otra oportunidad que la haga aún más fuerte. Ya tenemos los ejemplos de lo ocurrido en Madrid en el asunto de las residencias en tiempos de pandemia o en el Mar Muerto murciano o lo de Doñana o lo sucedido últimamente con el sector ganadero castellano leonés. Es importante mantener viva la memoria. Y es muy importante que la ciudadanía tenga como tarjeta de presentación las buenas acciones realizadas por el gobierno de coalición. Hay que hacer valer eso de la coalición gubernamental.
Existe una posibilidad difícil pero real de revalidar el gobierno de coalición y optar a una segunda legislatura. Soy de los que piensan que si hay esperanza, hay lucha, si hay lucha, hay logros, si hay logros hay más igualdad. En definitiva, si hay Goliat, hay David.
Los que cohabitan en el espectro de las derechas se han sentido más grandes, más fuertes tras los resultados electorales del pasado 28 Mayo, pero eso no significa que puedan terminar con nuestra esperanza. Porque si conformamos de aquí al 23 de julio una peña rocosa, no seremos polvo y puede que se cumpla el vaticinio bíblico: LA VICTORIA del desvalido David frente al poderoso Goliat.
Demos signos de madurez democrática y orientemos el voto en función de los desafíos que aún debemos afrontar, por ejemplo, medidas para ralentizar y evitar el cambio climático, evitar la expansión de las macro granjas, creación de políticas racionales de inmigración en el marco de los Derechos Humanos, búsquedas de fórmulas diplomáticas para conseguir la paz en Ucrania y por extensión en Europa y seguir en este avance en derechos feministas , de mejoras en el bienestar animal etc. y sobre todo, seguir impulsando leyes que parecían impensables hace unos pocos años, como la ley de la vivienda o la reforma laboral.
En estos momentos, recuerdo las palabras que repetía con insistencia Julio Anguita. Él decía que cada día que leía el periódico las primeras páginas de su lectura eran las de la economía, porque la economía es lo que determina la verdadera política que nos afecta a todas y todos. Y es por ello por lo que aporto un pequeño balance de datos reales:
1: INGRESO MINIMO VITAL: Mayo 2018- No existía. Mayo 2023: 627.957 titulares y 1.807.734 beneficiarios
2.- SALARIO MÍNIMO: Mayo 2018.- 736 euros. Mayo 2023.- 1080 euros
3.- DATOS AFILIACION SEGURIDAD SOCIAL: Mayo 2018.- 18.915.667 Mayo 2023.- 20.815.399
4 PENSION MEDIA JUBILACIÓN: Mayo 2018.- 1.082,94 euros. Mayo 2023.- 1.375,23 euros. Todas las pensiones han aumentado según IPC anual. Este año, un 8,5%
5:- PENSION MEDIA NO COTRIBUTIVA: Mayo 20218.- 386,62 euros. Mayo 2023.-488,71 euros.
En una sociedad democrática decantarse por el progreso o por la pérdida de derechos corresponde al pueblo pero se ha de recordar que si Goliat es derrotado, gana la gente.