Hay una sentencia popular que dice que «el pueblo que no conoce su historia, está obligado a repetirla». Tal vez habría que añadir que, además, se pierde la riqueza y la herencia que dejaron sus antepasados, empobreciendo de paso su acervo cultural.
Pudiera ser que algo de eso nos esté pasando a los rinconeros con el desconocimiento de uno de los asentamientos humanos más antiguos, aunque dentro ya del período que conocemos como Historia, que hubo en nuestro término municipal: El señorío de Casaluenga.
Allá por los años de gracia de mil seiscientos y veinte y tres, «en un espacioso llano, que está a un quarto de legua de la villa de la Rinconada, hazia la parte Setentrional, llamado Casaluenga, al presente donadío cerrado, y que en tiempos antiguos fue pueblo con propia jurisdicción…». Sigue el relato sobre el descubrimiento de la imagen de una virgen, que no es el tema central que nos ocupa, y que posteriormente sería conocida por la Virgen de la Parra por la forma en que fue hallada. Se da cuenta posteriormente de las cualidades del terreno, dominio de la Aldea de Casaluenga, donde, según indica dicho relato, se recogía «el trigo candeal, aceite y vino, cebada, altramuces y otras semillas; se cría ganado vacuno y asnal, abunda la pesca…»
En la Historia de la Cartuja de San José de la Rinconada, allá por los mencionados años «de mil y seiscientos y veinte y tres…», sobre el monasterio de la citada Cartuja se dice que «El camino que ay desde Sevilla allá es de dos leguas, llano, sin lodaçales ni pantanos, ni menos piedras… Desde que se sale para ir allá por la puerta de Macarena…. Luego se siguen Los Solares…».
Todo lo anterior viene a colación en el relato histórico, debido al ya mencionado descubrimiento de la imagen de la virgen que se especifica en dicho texto, que «no cabe duda pertenecen a la época sarracena, en que los Mozárabes que celebraban y rendían cultos cristianos…»
Tal vez incluso, se insinúa que los pobladores del sitio llamado Casaluenga pudieron ser turdetanos, y hasta visigodos posteriormente según se deja entrever.
En el libro de Carlos Serra Pikman «Cristóbal Colón: su estancia y enterramiento en la Cartuja de Sevilla», se habla de que el señorío de Casaluenga «constaba de una extensa posesión, de aldea poblada con señorío y vasallaje, casas, solares, tributos, derechos, tierras de pan sembrar, cañamales, eriazos, prados, dehesas, agua corriente, estanque y pesquerías…».
Al parecer, al menos así se atestigua en los textos antiguos, en esa aldea «pasó Cristóbal Colón durante largas temporadas, antes y después del Descubrimiento, en compañía de los padres Luján y Gorricio…».
Debido a las inundaciones provocadas por el Guadalquivir, los monjes del Monasterio de Santa María de las Cuevas, más conocido como la Cartuja de Sevilla, se vieron obligados a trasladarse en muchas ocasiones al cortijo de Gambogaz, que lindaba con Casaluenga. De ahí el nombre por el que los rinconeros lo conocemos: La Cartuja.
Es una pena que la existencia de este poblado, posiblemente, insistimos, el núcleo más antiguo de la Historia de nuestro pueblo, sea ignorado y haya pasado al olvido. Tal vez, si se hubiera investigado en lugar de dejarlo al abandono y a la actuación de la piqueta, hoy podríamos tener un motivo para estar orgullosos, más aún si cabe, de nuestros orígenes. Tal vez, aún estemos a tiempo de recuperar para nuestra memoria la historia de Casaluenga.