Fe de erratas
En una versión anterior de este artículo se perdió la información sobre la nueva formación Participa Utrera
Recuerdo que, en el marco de las elecciones de 2011, gente conocedora de la situación me informaba que el PSOE sevillano se había conjurado para «recuperar Utrera a todo precio».
El PSOE venía de un mandato en sequía tras no solo perder fuerza (arrastraba una pérdida considerable de poder desde 2003, cuando además del ayuntamiento, se dejó por el camino 1500 votos, de los que apenas había recuperado 800) sino ver además cómo el PA se hacía con el bastón de mando de la ciudad en los años dorados de bonanza económica, lo que suponía poder quedarse en dique seco el resto de la década.
Aquel «recuperar Utrera a todo precio» se enmarcaba en una estrategia de recuperación y blindaje de las ciudades del cinturón de Sevilla (recuperada en 1999 y perdida precisamente en 2011) con arreglo a las fuerzas en Diputación, cuestión importante para los días posteriores a ganar unas elecciones, y más aún si cabe, a perderlas.
Utrera, cabeza de partido judicial y el municipio más grande al sureste de Sevilla, no sólo cuenta con importancia geoestratégica, también fuertes vinculaciones personales para los dirigentes del PSOE de la época. Chaves, presidente del PSOE nacional, ex-presidente de la Junta y flamante ministro del Gobierno, es por entonces aún secretario general del PSOE andaluz y tiene a Utrera en su memoria, pues estudió como interno en los Salesianos.
Aquellos días de agresivas componendas y reuniones de los dirigentes de diferentes partidos con asociaciones, grupos de presión y vecinos se reproducen hoy, con más fuerza que nunca, en la antesala de unos comicios que no se presentan nada claros.
Casos judicializados, un inopinado apretón de manos en el Palacio de San Telmo y el anuncio del anuncio de una plausible coalición mantienen el horizonte político utrerano en tensión. Intentemos poner en claro las fuerzas y posiciones de cada grupo político de la ciudad del caballo, el toro y el mostachón.
PSOE
El partido de la rosa vive el que es su segundo mandato tras el PA en una suerte de indecisión vital, a cuenta, sobre todo, de los líos judiciales. El primer edil utrerano, José María Villalobos, llega al final de mandato con la causa abierta por el Caso Cines, una causa que tiene su origen, precisamente, en un anuncio en período electoral, el de la compra de los multicines de Utrera. A destacar que, de los ocho alcaldes socialistas sevillanos con causas pendientes, es el de mayor entidad y además, está imputado a título personal. A destacar también que, a fecha de hoy, a diferencia de alguno de sus compañeros, no ha decidido dejar la carrera política para afrontar el proceso.
Pero como no sólo de juicios y supuestos entramados de compraventa se vive, también en el PSOE viven una convulsa renovación, figurados cuchillos incluidos, a cuenta del fallecimiento de varios concejales en el ejercicio de sus funciones —COVID y complicaciones postoperatorias mediante— y el descrédito que su gestión produce en buena parte de la ciudadanía utrerana, crecientemente contestataria ante muchos de los anuncios del consistorio. Mención aparte merece el hecho de que la directiva utrerana es famosa en la ciudad por su apoyo pivotante a la dirección andaluza. Se dio con el caso del inusitado apoyo brindado por Villalobos a Susana Díaz y en el calurosísimo arrope a Espadas, eso sí, en este último caso esquivando cámaras y micrófonos que pudieran preguntar sobre los sobrecostes del cine o el rechazo de la jueza a cerrar la causa.
El descalabro de Espadas lo es también de los pequeños duques territoriales, en medio del relumbrón que, en estos días, se le está haciendo a María Jesús Montero —Ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE nacional—, cuyo nombre suena en todas las quinielas para sustituir, más pronto que tarde, al ex-alcalde sevillano. Cabe esperar que, de alguna forma, se depuren responsabilidades, en palabras de fuentes socialistas. Movimientos, sin duda, se ven ya en la candidatura de Sevilla, donde, al parecer, habría dificultades para conformar lista y se estaría tirando de las agrupaciones locales del resto de la provincia. En Utrera, donde las campanas son patrimonio inmaterial de la Humanidad, ni siquiera las han oído tocar, lo que podría indicar cómo está la cosa.
Electoralmente, el partido parece estar viviendo de nuevo un ciclo descendente debido al desgaste de la acción de gobierno y el empuje de otras fuerzas para las que no ha sabido ofrecer respuestas convincentes, en sesiones plenarias que son un espectáculo en sí mismas y en las que ha sido acusados no pocas veces de actuar con rodillo sin apenas rubor. Por otra parte, ya en su anuncio —por sorpresa y sin primarias— de candidatura, a finales de 2022, su balance de gestión versó más sobre las debilidades de los contrarios, un tópico en su descripción de la realidad política utrerana.
Al PSOE utrerano le está pasando como ya le pasase hace cuatro años, y teniendo la vara de mando, se ha puesto a ejecutar o inaugurar obras, anunciar planes vacíos de presupuesto, discutidas absorciones en servicios como la limpieza urbana o peticiones de explicaciones a la Junta de Andalucía por unas talas exactamente iguales a las que realizó con motivo de la construcción de la ciudad de los niños —en el entorno del parque de Consolación— o la que está realizando en el parque de Cristo de los Afligidos, esta última con motivos tan peregrinos como que, simplemente, están torcidos.

Todos estos reveses han puesto en una complicada situación al partido de gobierno, que ha comenzado una purga con bloqueos en sus redes sociales para invisibilizar las críticas de la ciudadanía a su gestión. Este movimiento de invisibilización podría estar vulnerando la ley, al incumplir el derecho de los ciudadanos a la igualdad de acceso a los servicios de las Administraciones Públicas mediante los canales oficiales de acceso electrónico a los servicios públicos, tal y como dispone la ley 11/2007. Por si cupiera alguna duda, el propio anexo de la ley define como canal todas aquellas «estructuras o medios de difusión de los contenidos y servicios; incluyendo el canal presencial, el telefónico y el electrónico, así como otros que existan en la actualidad o puedan existir en el futuro (dispositivos móviles, TDT, etc)» y como medio electrónico como el «mecanismo, instalación, equipo o sistema que permite producir, almacenar o transmitir documentos, datos e informaciones; incluyendo cualesquiera redes de comunicación abiertas o restringidas como Internet, telefonía fija y móvil u otras».

El PSOE acumula en su haber los dos últimos mandatos, el beneplático explícito de algunos grandes empresarios utreranos, el consejo permanente del presidente de Caja Rural de Utrera y múltiples vinculaciones con la capital.
PP
La historia del PP en Utrera es la del tercero (o cuarto) en discordia, actuando alguna vez como partido-bisagra o llave de gobierno y que viene de estar totalmente desaparecido en el ayuntamiento de Utrera en el último mandado (en el anterior, obtuvieron dos escaños). El descalabro de la formación conservadora procuró incluso el nombramiento de una gestora en la persona de Toni Martín, hombre de confianza de Moreno Bonilla y actual portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía. Aquella aventura de recomposición no cuajó en la forma deseada, esto es, crear un equipo con gente de la casa para reflotar la hundida nave popular —expresión usada por algunos medios afines a Plaza de Gibaxa—. El PP obtuvo su mayor apoyo municipal en 1995 como segunda fuerza, y tocó poder en el período 2011–2015 pactando con el PA. La deriva emprendida por la directiva local marcó su cenit con acusaciones por sobresueldos y prevaricación que se saldaron con un juicio del que su principal acusada fue absuelta porque el PSOE, que la había denunciado, retiró su acusación.
No obstante, estos días son los protagonistas —junto con JxU— del mayor terremoto político de la década, debido a la aceptación por parte de Francisco Jiménez —líder de JxU y ex-alcalde de Utrera durante 12 años con el PA— de ser el candidato a la alcaldía por la lista del PP, lo que sitúa el techo electoral de los populares por encima de los 8.500 votos, muy lejos de los 969 que obtuvieron en las elecciones de 2019. Este acercamiento del PP a Jiménez se venía escenificando desde diciembre, cuando Moreno Bonilla le invitó personalmente al acto del día de la bandera, y cuya fotografía abrazándose ya barruntaba una situación que fue peor encajada en el PSOE que entre las filas de los dos partidos implicados.
En la encuesta «externa» sufragada por el PSOE en noviembre, ya se advertía un enorme crecimiento de PP, que pasaba del 4,2% al 14,8%, a lo que se sumaría otro 20% de JxU, siempre según la misma encuesta, que otorgaba el 46% de votos y la mayoría absoluta al PSOE.
Cs
Un partido revelación en 2019, lleno de jóvenes tecnócratas provenientes de la sociedad civil y encabezado por Isabel González, proveniente a su vez de UPyD, con quien ya había sido concejala en el período 2011–2015, y que, sin embargo, no levantó tanta pasión como la prolijidad de su programa electoral y el altísimo perfil de sus filas parecían deparar.
Economistas, abogados, arquitectos, empresarios y personalidades públicas nutrían un proyecto que se quedó en las fotografías y actos de campaña y desembarcó de nuevo en el ayuntamiento con una concejala. Se barruntó durante gran parte de la campaña que el partido naranja y JxU realizarían un pacto de gobierno con el que desbancarían al PSOE.
Tal pacto se hubiera materializado de haber conseguido Ciudadanos la misma cantidad de votos en las municipales que en las europeas que se celebraban simultáneamente, donde perdieron el 50% de sus votos, en una señal de castigo de sus votantes por las dimisiones, al principio de la campaña, de algunas personas clave.
El proceso de desmantelamiento del partido a nivel estatal y, más particularmente, en Andalucía, donde el PP salió con la cesta de la compra fichando a altos cargos, concejales y alcaldes naranjas no procuró en Utrera un salto de su candidata, pero sí un vaciamiento de sus filas. Vaciamiento del que fueron conscientes en el partido e intentaron disminuir multiplicando su actividad plenaria y judicial, presentando al lado de JxU la demanda por la compra de los cines que tiene al PSOE en una difícil situación.
Este apegamiento a JxU en diferentes actos públicos, ruedas de prensa y, más especialmente, durante la última Feria de Consolación, parecía querer decir que aquella entente presentada en 2019 se materializaría de nuevo. La reacción de su portavoz tras el anuncio de Jiménez fue de respeto, teñido de cierta incredulidad ante lo que se percibía en Ciudadanos como «un compañero de camino».
JxU
Lo que para muchos es la fuerza residual del PA en Utrera se convirtió hace mucho en un proyecto de clase localista y base personal alrededor de Francisco Jiménez, auténtico baluarte electoral de la formación, junto a quien navegan otros históricos andalucistas locales. El partido se presentó en sociedad tras el lanzamiento de una plataforma cívica, presidida por María Dolores Pascual, que tenía el doble objetivo de tomar la temperatura a la ciudadanía utrerana y preparar las cocinas para armar el plato. En la única campaña mantenida por la formación de ámbito local le consiguió meter el miedo electoral a un PSOE que incluso evitó, en la medida de lo posible, cualquier tipo de debate con el candidato.
Francisco Jiménez tiene en su haber el mayor carisma de estas elecciones, además de su currículum gestor y académico. Alcalde de Utrera durante 12 años, se beneficia del recuerdo positivo de su labor al frente del ayuntamiento, y del hecho de que solo una crisis de proporciones bíblicas logró descabalgarle del Palacio de Vistahermosa. La bonanza económica y su particular plan de ciudad para Utrera como una «pequeña ciudad suiza», llevaron a la configuración urbana que tiene hoy en día. Las huestes de Jiménez tienen menor calado que las socialistas, destacándose entre todas ellas el tifón mediático y plenario de Carmela López, que conoce como nadie las entrañas administrativas del ayuntamiento y el intratejido mediático utrerano.
El partido cuenta con el apoyo de potentados industriales utreranos muy descontentos con la gestión del PSOE, y como decíamos antes, con la maquinaria electoral del PP. La fotografía de proyección que está dibujando Jiménez es la de una Utrera diametralmente distinta a la actual, hecho que se significó en la elección de los candidatos a delegados pedáneos, tres jóvenes para localidades muy avejentadas y con enormes problemas de movilidad, servicios y fijación al territorio.
Izquierda Unida
El devenir de Izquierda Unida en estos últimos años ha pasado del olvido —total desaparición institucional tras el pacto de gobierno con el PSOE en 2015 y posterior espantada de Carlos Guirao y Sandra Gómez «por diferencias profundas con la marcha del partido» (es decir, la rúbrica de Unidas Podemos y su vinculación personal al proyecto de Izquierda Abierta, más cercano al espacio errejonista.)— al recuerdo, con la recuperación como candidato de Cristóbal Lobato, concejal hace más de dos décadas (con el gobierno socialista de Pepe Dorado) y responsable local de CCOO. Lobato tiene gran arraigo entre la sociedad civil utrerana, siendo miembro de la asociación memorialista Construyendo RedPública y la Plataforma de Pensionistas de Utrera. Este arraigo tiene, no obstante, un sesgo de edad importante.
Lobato llega además con un mandato que, está por ver, será difícil de materializar: la confluencia de las fuerzas de izquierda. Difícil porque atendiendo a los resultados en las últimas elecciones —hito elegido para medir fuerzas— IU sería segunda o tercera en una confluencia de fuerzas alternativas, dado que obtuvo 426 votos en 2019, lejos de los 706 de Podemos y aun por detrás de la formación independiente FCUI, que cosechó 516. Así pues, el mandato interno de Lobato es más parecido a reconstruir una exigua Izquierda Unida fundamentada en las ascuas del Partido Comunista tras el paso de la directiva de Izquierda Abierta, cuyos miembros han llevado a la federación de izquierdas hasta la práctica desaparición, no sin antes dar algún salto mortal por el camino. Estos serían los casos, por ejemplo, de Miguel Rojano, responsable de comunicación en 2015 que, tras la implosión, brinda cerrado apoyo a JxU y ahora al PP; o de Sandra Gómez, que tras la salida del ayuntamiento comenzó un periplo por diferentes formaciones políticas hasta su último acto público: dimitir como coordinadora local de Más País «por motivos personales y también por discrepancias en el rumbo tomado por el partido».
La división de opiniones internas con respecto a Izquierda Unida y su no-nueva dirección hace difícil un balance analítico, por cuanto la fuerza de la formación es la propia fuerza de su militancia, pero también está unida a su sentir para lograr una confluencia que ha sido, por tres veces, fracasada en las negociaciones.
Podemos
Podemos tiene, en estas elecciones, el testigo de comandar una confluencia de fuerzas progresistas y de reconciliarse, sobre todo, con su base de votantes extramunicipales (alrededor de 3000 votos depositados para generales o autonómicas que, sin embargo, se quedan en apenas 800 cuando se trata de la ciudad). Este problema quizá tenga que ver con un apoyo, como en el caso del PSOE, pivotante hacia las diferentes direcciones andaluzas, poco carisma de su única candidata durante los últimos años, Ana María Casado, o con el vaciamiento de militancia activa que ha ido sufriendo la formación desde la activación de su Círculo.
Sea como fuere, la formación morada puede tener en estas elecciones la suerte del tenaz en el debilitamiento del PSOE y el arrollador empuje de PP-JxU, puesto que si es capaz de armar una confluencia medianamente atractiva, podría situarse como llave de gobierno. No obstante, Utrera pudiera no ser una prioridad para el partido, por cuanto no existiría la suficiente implantación o desarrollo, precisamente a cuenta de la fuga de su militancia hacia otros espacios, algunos tan alejados como Ciudadanos, o producto de escisiones firmadas por Teresa Rodríguez.
FCUI
O el partido de la banana, como se presentaron —con regalo masivo de esta fruta tropical— en 2019. Formado por lo que muchos denominaron, no sin maledicencia, cachorros del PSOE, se postularon como una formación independiente de enorme batalla mediática —un campo de batalla electoral plagado en otras formaciones por perfiles falsos— que no ha cesado en su denuncia de la situación real después de obtener el 2,23% de los votos (el corte electoral está en el 5%). El fuerte de los amarillos —el color del partido, en referencia a las bandas amarillas de la bandera utrerana y al cuartel heráldico en oro de su torre-castillo— es precisamente la tecnología, profesión de gran parte de su ejecutiva y pilar básico de su programa de 10 puntos.
Se plantean abiertos a «dialogar y colaborar con otras formaciones para mejorar la ciudad» lo que sumaría en una posible confluencia, aunque, por el momento, no ha habido más que tímidos contactos, lo que no hace suponer a priori que se logre una confluencia cerrada antes del 14 de abril, último día para registrarlas.
Más País
La aventúrica escisión de Podemos debe driblar con el acuerdo provincial que les sitúa dentro de un marco confluenciable, con la dimisión de 5 integrantes de su ejecutiva en el pasado reciente y con su integración como uno de los pilares de la formación a nivel provincial, algo nada fácil a una semana de la convocatoria de elecciones.
En sus redes, la formación parece mutada en términos locales y sólo en el caso de escándalos medioambientales se pronuncia, siendo el resto de su difusión un eco del que se realiza por parte de Más País Sevilla o en el parlamento andaluz.
Participa Utrera
Prácticamente en todas las elecciones municipales utreranas nace un partido que viene a recoger un disenso en la representatividad, y esta vez no podía ser menos. El pasado día 21 se presentaba en sociedad, de la mano de Paco Herrera, Salvador Mondaza y Antonio Plata e, in absentia, Juan Manuel Rioja y José Carlos Montoya, un nuevo proyecto que se reivindicaba como «una nueva perspectiva frente al rodillo de la mayoría absoluta». El partido aparece ya en alguna encuesta electoral, pero se desconocen aún las propuestas concretas en firme, más allá de lo manifestado en la rueda de prensa inaugural.
Adelante Andalucía
Formada por militantes de Podemos y de otros espacios tras el paso al lado de Teresa Rodríguez, la formación aún no ha anunciado su intención de presentarse a las elecciones.
VOX
VOX ha renovado su candidatura con otro alcaldable, Manuel García Acosta, tras la amortización de su anterior candidato, con el efecto de desvanecimiento que se ha instalado en las filas ultraconservadoras, aumentado por el desasosiego «y el ridículo» tras la moción de censura de Tamames la pasada semana. No obstante, el propio PSOE les otorga un 7,7% de voto (entre 1 y 2 concejales), en parte por la propia fuerza de VOX, en parte por la estrategia que los socialistas pretenden reeditar de avivar el miedo a la formación liderada nacionalmente por Abascal.