Vaya por delante mi total respeto a los sentimientos religiosos de cada cual. Dicho esto, la religiĆ³n es una cosa de uno para uno o, si es creyente, de uno con el dios elegido. Imponer la propia visiĆ³n del mundo a los demĆ”s no solo es terriblemente egoĆsta, tambiĆ©n es inquisitorio. AdemĆ”s, en algunos casos, es un delito.
DecĆa mi abuela que para comprender nuestra propia piel hay que calzar los zapatos de los demĆ”s. Creo que este consejo, parĆ”bola de la empatĆa, deberĆa ser la primera de las enseƱanzas en cualquier sistema humano. Uno de los mĆ”s antiguos sistemas de enseƱanza aĆŗn vigentes hoy, es la religiĆ³n. Codificados en el listado de pecados āy reelaborados en los mandamientos, ese decĆ”logo catecumenalā estĆ”n bĆ”sicamente las pulsiones bĆ”sicas del ser humano: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
Estas pulsiones, tan humanas como pecaminosas, definen los motivos primales de cualquier delito penal moderno. Es curioso que el moderno Ā«penaĀ» (raĆz de penal) provenga del antiguo latĆn poena, que significa castigo, tormento. Es curioso tambiĆ©n que la venganza no sea un pecado capital.
Durante estos Ćŗltimos dĆas se han estado publicando en redes sociales fotografĆas de un grupo de personas en una calle de Sevilla, frente a un edificio. Este grupo de personas, en ocasiones en parejas, otras veces de forma mĆ”s numerosa, se disponen de una manera especĆfica, en un lugar determinado y con una intencionalidad manifiesta, frente a una clĆnica abortiva situada en el histĆ³rico barrio de Triana.
En ocasiones de rodillas, con rosarios en las manos, acompaƱadas por monjas y portando carteles que rezan Ā«No estĆ”s sola, podemos ayudarteĀ», se dicen a sĆ mismas Ā«elegidas para salvar la vida de los pequeƱos que no pueden defenderseĀ». Hay de todo en este variopinto grupo: personas mayores, mujeres, jĆ³venes. Ninguno de barriadas como Bami o Los Pajaritos, eso sĆ. Ā«Vivimos en Los RemediosĀ» nos comunica una de ellas, que se ha trasladado hasta la puerta de la clĆnica como parte de su misiĆ³n evangelizadora. Ā«Este barrio antes era muy tranquilo. Desde que estĆ” la clĆnica vienen chicas que, por lo que sea, han estado ligeras de cascosĀ» nos cuenta otra, con el pequeƱo rosario de cuentas de marfil temblando en su avejentada mano. El aƱo pasado se congregĆ³ igualmente frente a esta clĆnica. La diferencia con entonces es que no grita Ā«asesinaĀ» a cada mujer que entra o sale del centro, como nos comenta uno de los empleados, que la reconoce al instante.
Uno de los congregados nos explica en quĆ© consiste la vigilia: Ā«Nos concentramos pacĆficamente, en silencio, a rezar. Esta vigilia la dirige nuestro capitĆ”n (como llaman a su lĆder local), y estĆ” enfocada en estar 40 dĆas de oraciĆ³n y ayuno. La mayorĆa de nosotros trabaja y no puede realizar la vigilia como deberĆa hacerse, que es estar 40 dĆas, 24 horas al dĆa, delante de la clĆnica. La mayorĆa de las clĆnicas no aguanta la presiĆ³n y tiene que cerrar. Ya hemos cerrado mĆ”s de 130 centros y salvado mĆ”s de 20.000 vidasĀ».
En los carteles y alguna sudadera se puede ver la organizaciĆ³n detrĆ”s de este movimiento: 40 dĆas por la Vida, que en EspaƱa empezĆ³ en 2016 importado de paĆses latinoamericanos por una congregaciĆ³n evangelista con vĆnculos a ambos lados del AtlĆ”ntico. En origen es la cruzada personal de David Bereit āexdirectivo farmacĆ©uticoā que vio que en su comunidad se abrĆa un centro de interrupciĆ³n del embarazo de Planned Parenthood āONG que ofrece servicios de salud reproductiva y aborto en los EEUUā y que, en la actualidad es una de las puntas de lanza del movimiento neocatolicista que desembarca en Europa proveniente de la nueva e improbable nueva reserva moral del mundo: Estados Unidos de AmĆ©rica.
Visitando su web en EspaƱa, 40 DĆas para la Vida se define a sĆ misma como Ā«el principio del fin del abortoĀ» e incluye un formulario para ir a rezar a alguno de los Ā«abortoriosĀ» seƱalados en su mapa dentro de la campaƱa anual que se realiza en otoƱo o primavera, momentos en los que los embarazos tienen un repunte. En la actual campaƱa los grupos de Ā«voluntariosĀ» seguirĆ”n reuniĆ©ndose hasta el 2 de abril.
La organizaciĆ³n no estĆ” legalizada en ningĆŗn registro oficial, ni cuenta con direcciĆ³n fĆsica mĆ”s allĆ” de un genĆ©rico correo, pero en algunas de sus redes sociales se establecen fuertes vĆnculos con la jerarquĆa de la Iglesia CatĆ³lica, como en el Instagram del colectivo en Sevilla, que indica que el arzobispo, JosĆ© Ćngel SĆ”iz Meneses querrĆa que, para la marcha provida de 27 de marzo del aƱo pasado, Ā«salgan autobuses desde SevillaĀ». En su homilĆa en la Vigilia de la Inmaculada, declarĆ³ que: Ā«Hoy muchas personas viven de espaldas a Dios, viven como si Dios no existiera. ĀæQuĆ© podemos hacer nosotros? ĀæCruzarnos de brazos? ĀæVivir con resignaciĆ³n, entre la nostalgia y el temor a las dificultades? ĀæO pedirle a Dios el auxilio de su gracia para anunciar con nuestras vidas que JesĆŗs ha resucitado? Los jĆ³venes de la archidiĆ³cesis de Sevilla optamos por levantarnos, por ponernos en camino y evangelizar sin temor, con coraje y libertad de espĆritu; y anunciamos con gozo y sin complejos que JesĆŗs es el Ćŗnico que da sentido pleno a nuestra vidaĀ».
No es el Ćŗnico prelado de la Iglesia que soporta la estructura de la organizaciĆ³n ālo hace la Conferencia Episcopal en plenoā. El obispo de Orihuela-Alicante, JosĆ© Ignacio Munilla, va un paso mĆ”s allĆ” e invita pĆŗblicamente a realizar las campaƱas de rezo.
Tanto los obispos como la pĆ”gina web, como los propios preguntados, dicen que la reforma del CĆ³digo Penal que indica que acosar a personas que acudan a centros de interrupciĆ³n voluntaria del embarazo no va con ellos, porque ellos simplemente rezan de pie en la calle y que no se dirigen a nadie. De hecho, incluso se reĆŗnen en torno a los cubos de basura de la clĆnica para rezar por los restos de los Ā«asesinadosĀ» āobviando o desconociendo que la normativa biosanitaria impide que los restos o fluidos humanos de cualquier clase se tiren a la basura de esta formaā.
Denuncias pĆŗblicas y llamamiento a la PolicĆa Local
Varias de las personas que circulan por la calle se paran y disimuladamente, sacan alguna foto del grupo. Nos acercamos a una de ellas y le preguntamos por la intenciĆ³n. Ā«Voy a denunciarlo en TwitterĀ» nos cuenta, Ā«lo que estĆ”n haciendo es totalmente ilegal, acosando a las personas que entran y a los propios trabajadoresĀ». Nos enseƱa como sube las fotografĆas a la red social y menciona al alcalde, Antonio MuƱoz, y a la PolicĆa Local. Ā«Llevo asĆ toda la semana, porque paso por delante y les veo, pero lo que nunca he visto ha sido a la policĆa decirles nada, y ha pasado unas cuantas veces por delante. Yo les he dicho que lo que estĆ”n haciendo es ilegal y ellos se creen impunesĀ».
En la clĆnica nos comentan que ellos no pueden hacer nada, porque no se ha producido ningĆŗn desperfecto material, ni increpan a la gente, y que esta nueva estrategia silenciosa es aĆŗn mĆ”s terrible que la anterior de encararse con las mujeres o los empleados del centro, puesto que Ā«juzgan y reprochan en silencio, a la entrada y a la salida, mostrando esos cartelesĀ»
La soberbia, ese pecado capital, no permite ver a estas personas, organizaciones y prelados que estĆ”n imponiendo una visiĆ³n reduccionista, retrĆ³grada y peligrosa de su mundo, un mundo en el que, como han denunciado algunas voces, Ā«solo se protegen las vidas en el Ćŗtero de sus madres. Una vez que nacen, se les desprovee de la protecciĆ³n de la Iglesia. Da igual si hay pobreza o hambre, lo importante es que nazcan, segĆŗn ellosĀ».
Cuanto menos, un rosario contradictorio.