Es la gran prueba para bachilleres. En ellas les va el éxito o el fracaso. Así lo viven los que llegan aquí porque así está pensado y programado. Es una prueba de selección. Así de real y de cruel.
El embudo se estrecha. No hay sitio en la universidad para tantos y tantas. Un algoritmo se encarga del corte, un algoritmo mercantilista decide sus futuros.
Es el sistema que ya comenzó con el primer corte al terminar la ESO. Unos fueron a Bachiller, otros a FP y otros a trabajar o a ninguna parte…..La infancia y la adolescencia se desbarata y todo cambia a los 18 años.
Los y las que llegan a enfrentarse a estas pruebas ya están curtidas porque pasaron por muchas. Les cabe el honor de enfrentarse al sistema y superarlo. Grandes talentos, mucho esfuerzo y capacidad, mucha ilusión y ganas de ganar les va en ello. Chapó.
Pero no perdamos la perspectiva de clase. La selectividad no es tan transversal, no es igual para todos.
Con dinero se sortean los algoritmos y las notas de corte. Ahí están las privadas (colegios y universidades) para acoger a los de «mejores portes»… y al final del camino los másteres y supermásteres… y las escuelas de idiomas de inglés, francés, alemán, chino, ruso o guatemalteco si es necesario… Con dinero se puede repetir y tripitir, con dinero se compran títulos, se financian másteres, se costean estudios en Londres o en Canada….
Los que no tengan dinero, a pesar de haber demostrado su valía, pueden no estar al final en el ramillete de selectos. Es triste e indigno, pero el mercado de trabajo a la postre será quien seleccione los perfiles idóneos desde posiciones de clase.
La selectividad, en una sociedad desigual, no es igual para todos y todas. PD: Nuestro Ayuntamiento debiera reconsiderar las fechas de la feria, siempre coincide con las pruebas.