14 de mayo de 1796. Edward Jenner inocula a James Phillips, a la sazĆ³n un niƱo sano de ocho aƱos, hijo su jardinero, con la viruela vacuna (bovina). HabĆa nacido la inmunizaciĆ³n moderna. Casi al mismo tiempo surgĆan movimientos opositores a la vacunaciĆ³n, por los mĆ”s diversos motivos: religiosos, sanitarios, polĆticos e incluso comerciales.
La discrepancia, la oposiciĆ³n o el miedo a las nuevas ideas y los cambios que traerĆ”n es casi tan antigua como la humanidad misma, pero no hace falta irse tan lejos para encontrar ejemplos de hĆ”bitos que hoy asumimos naturales como viajar en tren o el uso de la electricidad que fueron furibudamente combatidos y negados por amplios sectores de la poblaciĆ³n. La mĆ”s reciente de las negaciones se suma a la vacunaciĆ³n, pero como una extensiĆ³n del anterior antimascarillas, episodio del negacionismo del covid. Otros movimientos negacionistas son los del Holocausto, el del cambio climĆ”tico, la llegada a la Luna, los terraplanistas o sobre el VIH, teniendo todos ellos como punto en comĆŗn la negaciĆ³n de la evidencia cientĆfica y empĆrica. Esto supone una reversiĆ³n silenciosa de los logros introducidos por la IlustraciĆ³n, como la aceptaciĆ³n del mĆ©todo cientĆfico (observaciĆ³n, mediciĆ³n, experimentaciĆ³n,anĆ”lisis, revisiĆ³n) frente al dogma. Esto es, de la investigaciĆ³n y la creaciĆ³n de conocimiento frente a marcos mentales que no aceptan cambios, pues estos cambios afectarĆan a la totalidad de su realidad.
La negaciĆ³n es un mecanismo psicolĆ³gico de defensa derivado de la dicotomĆa huĆda/lucha evolucionada de la mayor capacidad de juicio del ser humano. No obstante, esta mayor capacidad hace que la negaciĆ³n tambiĆ©n sea el tipo de defensa mĆ”s destructivo.
Muchos recordarĆ”n, sin duda, aquella pelĆcula dirigida por Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo. Hemos recurrido al sĆmil cinematogrĆ”fico porque el humor, incluso en los temas mĆ”s serios, se agradece. No tratamos de equiparar ni asimilar con adjetivos, sino poner en relevancia tres fenĆ³menos actuales que en esta pandemia estĆ”n jugando un papel peligrosamente relevante.
Aunque han existido siempre, durante estos meses de pandemia se ha disparado el nĆŗmero de grupos Ā«anticienciaĀ». En paralelo a un nĆŗmero espectacular de trabajos cientĆficos publicados por la comunidad cientĆfico-sanitaria, han aflorado negacionistas del SARS-CoV2, conspiranoicos, antivacunas y vendedores de tratamientos ineficaces y frecuentemente peligrosos. Con todo lo que ello implica.
Los negacionistas
Como es habitual en todos los grupos negacionistas de cualquier hecho probado cientĆficamente, los que afloran con la pandemia niegan la existencia o la gravedad de la covid-19.
Se alimentan del sentimiento de impotencia ante una situaciĆ³n de crisis como es la actual. ĀæY por quĆ© tienen tantos seguidores? Pues porque, aunque sea falsa, dan una respuesta al miedo e incertidumbre que generan situaciones como la covid-19. Y las personas necesitan tener algo a que aferrarse para sentirse seguras.
Riechmann proponĆa 4 niveles de negacionismo y en marzo se preguntaba si aprenderĆamos de la actual crisis sanitaria. Desgraciadamente, varios meses despuĆ©s podemos decir que no hemos aprendido mucho y que, muy al contrario, los grupos negacionistas ganan terreno. Incluso ha nacido un grupo de mĆ©dicos negacionistas, los MĆ©dicos por la Verdad, que difunden que el coronavirus no es mĆ”s que una gripe. Sin olvidar a los polĆticos negacionistas, como Trump o Bolsonaro, que ignoran las recomendaciones de las autoridades sanitarias y las evidencias cientĆficas.
Los conspiranoicos
AsĆ se conoce a quienes mantienen teorĆas como que el virus no es natural y ha sido creado para ganar dinero con vacunas o tratamientos antivirales. O que es un arma biolĆ³gica china, americana, judĆa o fundamentalista. O un esquema para reducir la poblaciĆ³n mundial impulsado por Inglaterra y Bill Gates, e incluso un producto de la tecnologĆa 5G. Sus seguidores se caracterizan por el Ā«sesgo de confirmaciĆ³nĀ»: buscan noticias en sitios afines, burbujas digitales que les dan lo que quieren oĆr.
Los antivacunas
Los grupos antivacunas aparecieron cuando Edward Jenner (finales del s. XVIII) realizĆ³ la primera inmunizaciĆ³n de la historia contra el virus de la viruela. Se puede entender que, en ese momento, aparecieran voces oponiĆ©ndose a ellas por ignorancia, desinformaciĆ³n, miedo. Lo incomprensible es que, mĆ”s de 150 aƱos despuĆ©s, sigan existiendo y cada vez con mayor predicamento, como demuestra el grupo antivacunas Stop Mandatory Vaccination, con mĆ”s de 153.000 miembros.
Los antivacunas se hicieron mĆ”s fuertes a partir de un artĆculo del mĆ©dico A. Wakefield, difundido por la revista cientĆfica The Lancet, sobre 12 niƱos vacunados que habĆan desarrollado comportamientos autistas e inflamaciĆ³n intestinal grave. El autor proponĆa como posible causa la vacuna que se habĆa utilizado, por lo que muchos padres sintieron miedo y dejaron de vacunar a sus hijos. En 2004, el Instituto de la Medicina de Estados Unidos concluyĆ³ que no habĆa pruebas cientĆficas para la hipĆ³tesis que habĆa propuesto Wakefield y The Lancet rechazĆ³ el trabajo. Pero ya era demasiado tarde. Los que no se vacunan o no vacunan a sus hijos no lo hacen de mala fe, pero desgraciadamente su decisiĆ³n errĆ³nea no solo pone en peligro su salud, sino tambiĆ©n la de los otros.
Durante una pandemia, podrĆa esperarse que todos anhelaran la llegada de una vacuna. Pero eso no es lo que muestran las diferentes estadĆsticas realizadas recientemente. En EE. UU., el resultado del estudio que realizĆ³ el grupo Gallup Panel mostrĆ³ que muchos estadounidenses son reacios a vacunarse, incluso aunque fuera sin costo alguno. En julio-agosto de 2020, cuando se les preguntĆ³ si recibirĆan la vacuna COVID-19, el 35% respondiĆ³ que no. Llama la atenciĆ³n que estas cifras estĆ©n relacionadas con la ideologĆa polĆtica: el 81% de los demĆ³cratas estĆ”n dispuestos a vacunarse con una vacuna gratuita y aprobada por la FDA, mientras que solo el 47% de los republicanos lo harĆa.
En EspaƱa, segĆŗn un estudio del Instituto de Salud Carlos III, el 30% de los encuestados manifestĆ³ dudas sobre si se vacunarĆan contra el coronavirus, frente al 70% que respondiĆ³ que lo harĆa.
Los vendedores de humo
ĀæQuiĆ©n no se ha encontrado alguna vez a una persona que, en tono grandilocuente y erigiĆ©ndose como experto en la materia, realiza aseveraciones vagas, ambiguas, muy a menudo obvias, pero que consiguen impactar emocionalmente?
En momentos de crisis, cuando tenemos poco tiempo para reflexionar, florecen a nuestro alrededor. El problema es que estas personas manipulan a otras en situaciĆ³n vulnerable, por ejemplo enfermos graves a los que ofrecen curas extraordinarias, como Josep PamiĆ©s. TambiĆ©n los hay que dirigen poderosas naciones āDonald Trump es el ejemplo mĆ”s representativoā, generando efectos catastrĆ³ficos para la salud de paĆses enteros. Utilizan la pandemia con fines ideolĆ³gicos, para alimentar y potenciar sus ideas, mezclando hechos y datos reales con datos falsos para hacerlos mĆ”s creĆbles, y despuĆ©s los expanden estratĆ©gicamente en redes sociales.
La ciencia y el mĆ©todo cientĆfico
Una de las razones del Ć©xito de este tipo de creencias es la lentitud intrĆnseca del mĆ©todo cientĆfico. Como describĆamos en un artĆculo previo, el proceso de investigaciĆ³n cientĆfica conlleva superar muchas etapas para alcanzar resultados creĆbles y reproducibles.
En situaciones como la presente pandemia, por mĆ”s que se aceleren los procesos, la ciencia no genera respuestas al ritmo que la sociedad las solicita. El ser humano maneja mal la incertidumbre, a pesar de vivir con ella desde el principio de los tiempos y ser uno de los orĆgenes de la curiosidad y la ciencia. Por ello, muchos buscan atajos en forma de explicaciones rĆ”pidas. Y si de paso se culpa a enemigos ya existentes, mejor.
En ese contexto surgen los movimientos antivacunas y negacionistas. Nacen de la falta de informaciĆ³n y conducen a una falta de confianza en la ciencia. Los grupos anticiencia desconfĆan de la ciencia, descalificĆ”ndola y deshumanizĆ”ndola.
ĀæQuĆ© persiguen? Los negacionistas y antivacunas apoyan una idea irracional probablemente movidos por miedo, incertidumbre y/o tendencia polĆtica. Y los Ā«vendedores de humoĀ» pretenden conseguir un objetivo econĆ³mico o comercial. Todo esto incita a formaciones populistas que utilizan sus falsos argumentos para luchar contra un sistema que, segĆŗn ellos, les oprime, minando de este modo el fundamento del conocimiento.
ĀæHay que respetar todas las opiniones?
La opiniĆ³n es un juicio formado con respecto a algo o alguien. En la opiniĆ³n no hay mĆ©todo. Frente a la opiniĆ³n estĆ” la ciencia, que conduce a verdades que no son intuitivas ni obvias, y eso es difĆcil de aceptar.
En la vorĆ”gine de esta pandemia, la sociedad necesita saber. SegĆŗn Astrid Wagner, cientĆfica titular del Instituto de FilosofĆa (IFS-CSIC) y miembro del Berlin Center for Knowledge Research, Ā«la imagen que los ciudadanos tienen de la ciencia ha cambiadoĀ». La sociedad ha aprendido que la ciencia no produce verdades Ćŗltimas, sino que gracias al mĆ©todo cientĆfico se gestionan de manera racional, rigurosa y metĆ³dica las incertidumbres sobre la covid-19.
Nadie mejor que los cientĆficos āfuera de la torre de marfilā para dar a conocer las investigaciones y los resultados que nos llevarĆ”n a la soluciĆ³n final de esta y otras pandemias venideras. Su comunicaciĆ³n no solo debe ser veraz y asentada en el conocimiento generado, sino asequible, sencilla para ser comprendida por personas de cualquier edad y condiciĆ³n. Deben aprovechar las redes sociales y las nuevas plataformas para los mĆ”s jĆ³venes, y recurrir a la radio, prensa y televisiĆ³n para llegar al resto de la poblaciĆ³n.
Por tanto, si alguien difunde y crea noticias enfrentĆ”ndolas con la investigaciĆ³n cientĆfica, o sabiendo que no estĆ”n sometidas al mĆ©todo cientĆfico, ĀæquĆ© es, un estĆŗpido o un malvado? Vamos a por el final feliz en la pelĆcula, y que ganen los buenos. ā