Las velás, activadas hace años por cierto concejal, según sus amigos, en busca de pretexto para emborracharse, sin embargo, son consecuencia, fruto de la coherencia y cohesión de los barrios. Alguna, maltratada por la dejación, protagonismo y deseo de control de la Junta de distrito correspondiente, languidece como la del Cerro del Águila, contrariamente a su brillantez cuando era llevaba por la Asociación de Vecinos «Parque Estoril». Porque cuando se permite la participación, cuando se deja su sitio a los vecinos, la velá correspondiente es un éxito, un acierto. Y un motivo de orgullo y de comunidad, de comunión entre el vecindario. La ciudadanía debe estar en todo cuanto le concierne y, por más tentación totalitaria que pueda predominar a veces en organismos representantes del poder, la Administración debe respetar y fomentar ese derecho. El Ayuntamiento debe intervenir, colaborar, pero no controlar ni decidir por los demás. El ciudadano y la ciudadana no son simples máquinas encargadas de meter un voto en una urna. Ni remotamente.
Por todo ello es bueno, es reconfortante que existan otras velás, en realidad otras velás y otras intervenciones plenamente debidas al celo de sus vecinos, como la de Barriada Retiro Obrero. El barrio clásico de Sevilla, que ha sido capaz de pervivir dónde, cuando nació eran «las afueras», el extrarradio de la ciudad. Y ha sido capaz de pervivir y celebrar su existencia una vez al año, con esta fiesta integradora, cohesión de unos vecinos enamorados de su barrio, de sus calles y capaces de “embarcarse hasta los ojos”, para mantener vivo el estilo, la forma, y la convivencia.
En un momento en que los protagonismos políticos se preocuparon de desmovilizar el movimiento vecinal, como si ya no hiciera falta —quizá más bien para que dejara de hacer falta— el trabajo firme de un numeroso grupo de personas, su tesón y el del grupo vecinal, la Asociación Histórica Retiro Obrero —AHRO—, han demostrado que el movimiento vecinal sigue siendo necesario. Y útil. Y otra cosa: cuando las mujeres intervienen los objetivos se consiguen. Será que los hombres las siguen, será que ellas, simplemente, son constantes sin aspavientos, valientes, trabajadoras, lo cierto es que su fuerza se ha demostrado imprescindible. Porque durante más de treinta años las vecinas, vecinos y AHRO, con Basilio Moreno al frente, informático y más maestro que profesor, han conseguido por su barrio lo que parecía imposible: desde recuperar la piscina pública hace años, inactiva sin motivo, impedir que un infeliz “invento” de un Ayuntamiento y un concejal preparado partiera el barrio en dos para romper su corazón abriendo una avenida y disminuyera ostensiblemente su tamaño y población, hasta conseguir, por medio de una lucha continua y constante, infatigable, recuperar para Sevilla uno de los mayores símbolos del barrio y del floreciente pasado industrial de la ciudad: la fábrica de vidrio, que por fin, si se respetan los acuerdos, permitirá disponer de un amplio centro social-cultural y mantener la tradición cristalera en la ciudad que enseñó su fabricación a uno de los centros más importantes del mundo en la producción de cristal soplado: la isla de Murano, cercana a Venecia, su capital.

En todo ese tiempo, en todo ese proceso de salvación de un enclave singular, orgullo de Sevilla como muestra de una época arquitectónica centrada en el buen gusto, han tenido las mujeres un protagonismo fundamental. Tanto que sin ellas difícilmente habría sido posible alcanzar esos objetivos. Por eso la velá, fiel reflejo del trabajo conjunto de sus moradores, ha querido este año recordarlo y rendir el debido tributo a estas heroínas del barrio. Angelines, Carmen Orozco, Carmen Costoja, Dolores, Gertrudis, Josefa López (Otita), Juani, Loli Estévez, Paquita Pantoja, Rosario, y así hasta más de cuarenta mujeres que este sábado día 20 fueron homenajeadas, para que su hazaña quede impresa, recordada y sirva de ejemplo y acicate a quienes vienen detrás, que también tendrán oportunidad de verse necesitadas de emprender acciones para conservar lo merecidamente ganado. La música, la magia, magia han tenido las dos noches de sábado y domingo entre la alegría del cante, el baile y la participación, lo más importante, con homenaje tan justo. Un recuerdo para aquellas que ya no están, un reconocimiento a todas, porque el movimiento vecinal, a pesar de ciertas reticencias políticas, sigue siendo igual de necesario que lo fue en tiempos pasados.