Magnífica petición, importante llamada para igualarnos: habitantes del Área Metropolitana de Sevilla, de alguno de sus actuales cuarenta y dos municipios, están reclamando que los edificios públicos de la capital sean de entrada gratuita, como lo son para los nacidos y residentes en ella. Será, si hay acuerdo, excepto la Catedral y sus «anexos»: la Giralda y el Patio de los Naranjos. Esos tres monumentos, parte de la riqueza común y Patrimonio de la Humanidad, están literalmente secuestrados ilegítima e impunemente, desde que el inmatriculador Juan José Asenjo cuando fue Arzobispo, las inscribiera en el Registro de la Propiedad, con únicamente su firma, a nombre del Arzobispado. (Se le atribuye, tal vez erróneamente, pues tendría que haberlo hecho como Obispo de Córdoba, lo cual, sea cierta o equivocada la adjudicación, es consecuencia de la elevada y voraz «fiebre inmatriculadora» del segontiense).
Por lo demás, cuanto todavía conserve la Administración a su nombre o siga siendo propiedad del Común, la mayoría de los bienes que el Ayuntamiento, es decir, sus ediles, creen de su propiedad, de acuerdo en que se trate como sevillanos a estos sevillanos que no son de segunda por habitar alguna de esas cuarenta y dos poblaciones. Así se expresan y se defienden quienes piden ese trato: «Porque somos y nos sentimos sevillanos y el Área Metropolitana también es Sevilla». O deben sentirse. O deberían sentirse, porque un Área metropolitana no debe ser un batiburrillo de calles no coincidentes con el municipio colindante, porque cada una cuenta con su propio plan urbano y sus propios regidores, quienes raramente cuentan con los núcleos de al lado. El crecimiento de estas localidades se ha debido, en más de un noventa por ciento de los casos a la migración desde la ciudad de Sevilla, por diversas razones, todas muy interesantes y dignas de ser tenidas en cuenta, pero que precisamente por ese motivo, no es posible hacerlas objeto de este artículo.
Lo extraño, lo extraordinario es que pueda haber quienes, desde su traslado a alguna población del cinturón metropolitano, ya no se crean sevillanos o sevillanas y se está dando el caso de encendidos defensores de la unidad patria, que, sin embargo, reclamen la dispersión, mantener la división municipal actual. Y todo lo más, si acaso, la unificación del Aljarafe para separarlo de la ciudad de procedencia de la mayoría de sus propios vecinos. Liberarse de Sevilla, ha sido la expresión de algunos de estos «libertadores» de pacotilla. O que en vez de plantear una cooperación, eficaz y positiva para todos, quieran «fortalecer» su independencia, planteando conflicto permanente a Sevilla, como hizo principal objetivo durante su largo mandato, el constructivo (de bloques, para sus denostaos sevillanos), alcalde de apellido Toscano, con el beneplácito de algunos de sus vecinos.
Plenamente incongruente, antiestético, problemático, complicación de tráfico y divisor, incluso provocador de enfrentamientos inútiles, aunque útiles a los intereses del poder, como muestra su propia configuración urbana, es que cuarenta y tres poblaciones limítrofes en el caso del Aljarafe físicamente unidas, mantengan cuarenta y tres administraciones. Sería posible pasar sin dificultad a pie o en vehículo, según los casos, de una a otra, pero precisamente lo impide su configuración llevada a cabo de forma arbitraria, sin tener en cuenta la cercanía y las consecuencias negativas de esa arbitrariedad, posiblemente considerada «independencia» por ellos. Es una incongruencia que los intereses comunes naturales, lógicos, coincidentes, continúen sin una conformación común y en algunos casos enfrentadas. Unos enfrentamientos en la mayor parte de los casos producto del catetismo mantenido por sus regidores, por su deseo de ser cabeza de ratón, incluso de colocarse un dedo por encima del de al lado.
Un espacio geográfico tan extenso y poblado como el de las cuarenta y tres poblaciones que conforman el Área Metropolitana de Sevilla, habrían merecido una política común de infraestructura, servicios y planeamiento urbano. Todavía merecen un análisis sosegado para mejorar en lo posible ese planeamiento hoy inexistente. Pero para eso sería necesaria una autoridad común y el abandono de la gestión personalista de algunos regidores locales.
¿Error o información inexacta? Selecciona ese texto y presiona Ctrl+Enter para avisarnos.











