Se nos dijo, para convencernos, que el cambio de hora era necesario para ahorrar energía. ¿Los gobiernos contra las eléctricas? ¿Cuándo se ha visto? También se nos dijo que la desaparición de Sevillana de Electricidad era «para racionalizar el sector» y Sevillana era la única eléctrica de las cuatro grandes ya «racionalizada», pues era la única que no cruzaba su territorio con ninguna de las otras. En Cambio Unión Eléctrica Madrileña, más pequeña, sí tenía varios cruces con Iberduero y con Hidroeléctrica española. Cruces mantenidos cuando estas dos se fusionaron y UEM lo hizo con FENOSA, para dar lugar a Unión Eléctrica Fenosa, hoy Naturgy. Pero UE era una empresa con sede en Madrid y eso no se toca. Mejor era trasladar la andaluza a Madrid, o a dónde fuera, porque poco tiempo después el nuevo traslado fue a Barcelona, para terminar completamente, no ya no-racionalizada, sino plenamente descompuesta, al entregar ENDESA al gobierno italiano a través de ENEL, la eléctrica de INE, equivalente al INI español, que por cierto aquí “era obligado” desmantelar las empresas públicas para entrar en el Mercado Común, mientras los demás estados del Mercado (menos) Común, podían mantener sus grupos públicos. Una empresa estratégica propiedad de un Gobierno extranjero. Aunque sea el amigo italiano, es una contradicción peligrosa.
Todo un ejemplo de «coherencia» y «honradez».
¿Por qué todavía no han dicho la verdad? ¿Para qué nos quitaron Sevillana?
Eduardo Ybarra, presidente de la eléctrica andaluza días antes de ser presentada la OPA hostil contra Sevillana desde el Gobierno de Aznar (ENDESA era pública, la presidía un ministro de Aznar, el celebérrimo Rodolfo Martín Villa), había presentado una nueva empresa participada al 100% por la propia Sevillana, con un objetivo loable pero mal visto, por lo visto, por la torcida mirada del dúo Martín Villa-Aznar: industrializar Andalucía. Facilitar formación, información, atención y financiación, a los proyectos presentados con el fin de crear industria productiva. Por lo visto, y los hechos son claros, eso era un atrevimiento. Industrializar Andalucía era un «reto», un enfrentamiento con la programación llevada a cabo de forma rigurosa por todos los gobiernos de todos los signos, desde mediados del siglo XVIII hasta este mismo momento. Era romper la dinámica de mantener la «lamentación» sobre la «falta de iniciativa de los andaluces», y así continuar llevándose sus impuestos a otras latitudes, de llevarse también sus recursos y de algunos, sólo algunos, devolver parte ya envasados, a un precio muchísimo mayor del percibido por sus productores. Y de terminar con la mano de obra barata, voluble, presta a levantar el lugar que, en cada momento, pudiera cumplir la programación.
Ya hace años sabíamos, también, que la Administración mentía en lo de «ahorrar energía» y la verdad salta a la vista: Caso de que hubiera sido cierto, el consumo eléctrico doméstico, ya hace tiempo es insignificante comparado al público y el industrial-comercial. La industria casi siempre trabaja veinticuatro horas, igual que cualquier servicio público. Las farolas de las calles y todo el consumo público, se encienden al oscurecer y se apaga al amanecer (más o menos, salvo error muy frecuente), independientemente de las horas oficiales a lo que esto ocurra. Por tanto, no hace falta ser un lince para comprender que la razón argüida es falsa. Entonces añadieron otra: Europa debe funcionar unida y esos cambios eran imprescindible en los países escandinavos. Vaya. Y Europa ¿sólo debe igualarse en el horario? De momento no es cierto, porque Europa sigue estando dividida en los husos horarios correspondientes.
Entonces ¿a qué corresponde el jueguecito de trastornarnos el sueño dos veces al año?
En primer lugar, es el mecanismo de hacernos creer que se preocupan por nosotros. De acostumbrarnos a obedecer todas las normas y órdenes dictadas desde el poder, y en eso coinciden derechas y presuntas izquierdas, pues dominar la voluntad de los gobernados es obsesión de gobernantes desde el principio de la historia. Ahí están las religiones para corroborarlo.
Pues ahora, por fin, ya hay universidades que han descubierto la clave: —por algo Trump las tiene enfiladas— que, como resultado de sus investigaciones —qué molesto ¿verdad? Después hay quien protesta porque los gobiernos no financien la investigación como es preciso—, un estudio acaba de revelar que el cambio de hora contribuye a miles de infartos cerebrales y defiende dejar fijo el horario de invierno. Un equipo de la Universidad de Stanford concluye que cambiar la hora dos veces al año es «la peor decisión» para la salud de la población y revertirlo evitaría miles de accidentes cerebrovasculares y ayudaría a rebajar la obesidad en EEUU. (eldiario.es, 16 de septiembre de 2025).
Por fin sabemos la verdad. ¿Tendrán todavía una excusa guardada en la manga?
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