La crisis del cribado del cáncer de mama se ha convertido en un catalizador social contra la gestión neoliberal del PP de Juanma Moreno en Andalucía.
La crisis que se ha llevado por delante a la consejera de Salud, Rocío Hernández —cesada por Moreno el pasado 8 de octubre— y que ha escalado a la justicia, por la intervención de la Fiscalía y la denuncia de las mujeres afectadas, lejos de disiparse se profundiza.
La pésima gestión comunicativa del propio gobierno andaluz, que minimizó en un principio el alcance del fatal error, sólo ha tenido un efecto multiplicador de la protesta social. A lo que se ha sumado una retahíla de cambio de versiones y justificaciones absurdas, cuando no abiertas mentiras.
Como las declaraciones de Moreno en sede parlamentaria ante las preguntas de la oposición: «¿Usted sabe cuántas mamografías hemos derivado a la sanidad privada? Se lo voy a decir yo, que usted no lo sabe: Cero. Cero, cero, cero». Esas cuatro palabras perseguirán la credibilidad de Juanma Moreno durante años. Cómo desveló elDiario.es Andalucía, fueron más de 300 000 las mamografías derivadas a la sanidad privada por el gobierno popular.
Los sucesivos dimes y diretes del gobierno andaluz llegaron a su culmen cuando el nuevo consejero, Antonio Sanz, nombrado ex profeso por el presidente Moreno para hacer el milagro y solucionar la crisis, se enfrentó a las víctimas y las acusó de crear alarma social cuando denunciaron la desaparición de las pruebas. Y, por si la cosa sonaba a poco, el propio jefe del ejecutivo andaluz acusó a la oposición de atacar a los profesionales de la sanidad y al propio sistema sanitario público andaluz por desvelar el borrado y modificación de los datos de las mamografías.
Así las cosas, con un diálogo roto con las víctimas, que no perdonan las excusas y mentiras del gobierno andaluz, es evidente que el PP andaluz lo está pasando mal por primera vez en siete años de gobierno. Es un hecho que se palpa en el ceño fruncido de Juanma Moreno que ha perdido definitivamente la sonrisa y el semblante dialogante.
Llama la atención como la derecha siempre reacciona igual ante ciertas víctimas a las que no considera suyas. Fue el caso de las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Son conocidas los miles de amenazas que recibió Pilar Manjón, incluido el insulto de un dirigente de Nuevas Generaciones. Y más recientemente, la mofa de Ayuso a las 7 291 mayores que fallecieron en las residencias madrileñas sin asistencia médica, por una decisión de la Comunidad de Madrid.
Ahora se repite el mismo guion con las mujeres de AMAMA a las que se les criminaliza e insulta. Amama, señores del PP, no es el enemigo a batir. De nada sirve decir que las movilizaciones de esta asociación de víctimas de su mediocre gestión, han sido un fracaso, cuando se ha podido comprobar, en las calles, que han concitado la simpatía de la mayoría de la sociedad.
La banalidad del mal es un concepto de la filósofa Hannah Arendt que describe cómo personas aparentemente normales pueden cometer actos terribles no por malicia intrínseca, sino por una incapacidad de pensar de forma crítica sobre sus acciones y obedecer ciegamente las órdenes de sus superiores, sin reflexionar sobre sus malvadas consecuencias.
No es de recibo aplicar tal concepto al actual presidente de la Junta, pues su ubicación no es la del burócrata eficiente que cumple órdenes sin cuestionarlas, sino la del jefe que las dicta. Sin embargo, existe un elemento común que enlaza al perverso jefe con el obediente funcionario y es la desconexión moral ante las consecuencias de sus acciones.
Las políticas públicas tienen consecuencias en el grado de bienestar o de malestar de la población. No es lo mismo fortalecer el sistema público sanitario que derivar ingentes cantidades de dinero público a la sanidad privada y las consecuencias están a la vista de todos y todas. Lo vemos en las listas de espera sanitarias o en las cifras de la dependencia.
Todo el mundo sabe y así lo ha establecido la comunidad médica que un diagnóstico precoz del cáncer salva vidas. Los métodos de detección temprana, como los cribados, pueden encontrar el cáncer antes de que aparezcan los síntomas, lo que a menudo permite usar tratamientos menos invasivos y aumenta las tasas de supervivencia. Y hoy existen 2 317 mujeres con el alma en vilo que son víctimas de una decisión política. Que no fueron avisadas en tiempo y forma porque se dio la orden de no hacerlo. Porque se confió en que lo haría un nuevo sistema informático que ha fallado a todas luces. Y porque se ha derivado a la sanidad privada un servicio público. NO. No es un fallo. Es un modelo que causa muerte y dolor. Es una política que pone en el centro el lucro privado frente al derecho básico y público a la salud.
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