Diario de viaje de la Global Sumud Flotilla // nº21 // 17·09·2025 // Manolo García
Esta mañana ya hemos amanecido cerca del paso entre la punta de Sicilia y Malta. Durante el día seguimos avanzando hasta que al anochecer ya estábamos algo más avanzados de Porto Palo, y en el tracker ya se puede ver la situación global de la flotilla. Somos 42 barcos en el entorno de Porto Palo, y esta noche o mañana, seguiremos rumbo a Grecia, donde nos esperan al menos 5 embarcaciones más. En condiciones normales tardaríamos dos días en llegar de Sicilia a Grecia, pero nos avisan que posiblemente nos esperan fuertes tormentas en esa zona, en los próximos tres días. Iremos viendo lo que nos reservan Neptuno y Eolo en el camino.
A las 11, tenemos reunión con pocas novedades, más allá de que estamos a dos horas de llegar a la altura de la flota italiana. También, se nos informa de un movimiento mundial de rechazo a la actual ofensiva del ejército israelí sobre Ciudad de Gaza, que se llama «Sonar la alarma».
Después de la asamblea y aprovechando que estamos juntas, los compañeros argentinos, proponen grabar un grito colectivo de «No a Milei» para mandar a la gente en Argentina que están celebrando nuevas movilizaciones contra el presidente argentino, amigo de Netanyahu, y que en España también goza de buenas relaciones como las de Ayuso y Abascal. Otro embaucador, que logró engañar al pueblo, pero que acabará en el basurero de la historia, ese que hiede y nadie mira ya nunca más. Se puede ver este pequeño video, del grito del Sirius contra Milei.
El compañero Thomas, que representa a Irlanda en nuestro barco, también nos ha dejado un vídeo de Gerry Adams, el histórico dirigente republicano irlandés del Sinn Féin, con un mensaje contra el genocidio en Palestina, con el siguiente contenido: «Debemos terminar con el sistema de apartheid de Israel y ayudar a traer paz justicia y libertad para el pueblo palestino. Desde hoy deberíamos trabajar juntos y fortalecer los lazos del movimiento de apoyo global a Palestina. Hacer de nuestra causa común el futuro de los niños palestinos para que puedan disfrutar de un futuro democrático y de un estado soberano. Viva Palestina libre».
Según informa el medio al Mayadeen, en lo que va de día, hasta las 19:45h se han registrado 75 asesinados por fuego del «ejército» de ocupación israelí, de los cuáles, 53, lo han sido en la ciudad de Gaza.
El genocidio sigue también creando un fuerte impacto dentro de la sociedad israelí. Según el medio middleeastmonitor.com, 79 000 personas residentes en Israel abandonaron el país, por la situación de guerra, mientras que el ejército sionista sigue debilitándose. El general Dado Bar Kalifa, admitió en la sede del Congreso de Israel (Knesset) que hay un déficit de tropa que calcula en 12 000 soldados, al mismo tiempo que han contabilizado a más de 17.000 desertores.
Por último, os dejo fragmentos de otro testimonio vivo del genocidio, en este caso de un joven músico palestino de 25 años, en electronicintifada.net por Hazem Alghosain, es músico, escritor y actor de teatro. Traducido por Hazem Jamjoum.
Lo que se canta no se puede matar
Tengo 25 años. Soy de la ciudad de Gaza. Mi padre me llamó Marcel porque amaba al cantante, músico y compositor Marcel Khalife. Pero mi madre, me llamó Hazem, y eso se convirtió en mi nombre. Eso es lo que soy.
Heredé mi amor por la canción y la patria de mi padre, y la música se convirtió en mi forma de vivir, mi forma de resistirme.
Nuestro futuro posible aquí en Gaza se vio truncado con el inicio de la guerra genocida. Perdí mi trabajo como artista cuando mi estudio de grabación fue destruido, y con él fue mi sueño y mi unidad.
No pude hacer nada durante meses. Estaba perdido, como muchos de nosotros.
Terminé en una casa que se convirtió en un refugio colectivo cuando fui desplazado por primera vez del norte en octubre de 2023. Todos los niños de la casa tenían miedo. En momento dado, decidí enseñarles una canción llamada Aatuna al-Tufulah, o «Danos la infancia». Es una canción muy triste, pero tomaron la canción con amor. Cantaban con pasión, como si un rayo de luz solar quemara su miedo.
Nació una idea. Usaría canciones para reunir a los niños para apoyo psicológico en los campamentos y en las escuelas. En marzo de 2024, monté una carpa de música donde los niños podían venir a aprender canto, a interpretar, a escribir y a teatro. Era muy popular y en un momento dado atraía hasta 200-250 niños. Estuve con ellos todos los días hasta que el ejército ordenó nuestra evacuación de esa parte de Khan Younis.
El sueño se truncó y con él nuestra unión. No supe de los niños durante días, durante los cuales el ejército israelí bombardeó la zona. Finalmente, volvimos al refugio. Pero sólo algunos de los niños regresaron. Otros no.
Veinte de mis estudiantes habían muerto en el bombardeo, según supe más tarde. Muchos más habían resultado heridos. Nuestro sueño murió con ellos. Decidí no traer nuevos estudiantes para reemplazar a los que habían sido martirizados. Son irremplazables.
La música no es una actividad. Es un recuerdo, una huella, un para siempre.
La guerra genocida de Israel no me ha matado todavía, pero ha matado las nociones de humanidad que una vez sostuve como verdaderas.
Ya no recuerdo cuántos desplazamientos he tenido; dejé de contar después del décimo. Sé que he sido desplazado a casi todas las partes de la Franja de Gaza, tanto al norte como al sur.
He perdido amigos. Khalil, Ahed, Hamed, Muhammad, Mahmoud, Majd, Waseem, Hareth… He perdido a mis parientes, al hermano y la hermana de mi madre, y a mis primos. Las pérdidas me rompieron, pero me niego a rendirme a la desesperación como un niño en Gaza se niega a aceptar el irse a dormir con hambre, sin pan ni agua.
Nuestra hambruna impuesta ha matado lo que quedó de la humanidad de este mundo.
Tengo hambre mientras escribo este artículo. Un tazón pequeño de sopa de lentejas es todo lo que comido en los últimos dos días, y así es como nos ha ido durante semanas. Sufro un dolor de cabeza constante y una serie de problemas de salud causados directamente por la falta de alimentos y medicinas.
Pero no escribí esto para lamentar. Escribo para grabar mi voz en una eternidad frente al olvido.
La canción que se canta no puede ser asesinada.