Tú, y sólo tú, sabes lo que te quiero
Rinconada mía y lo sabes
porque me vistes nacer,
porque me vistes correr
y luego pasear por tus calles,
porque sentiste mi voz
en esos improvisados partidos de fútbol
en corralones o solares abiertos,
porque me viste “emigrar” a otras calles,
porque me viste regresar para quererte más.
Te confieso que tengo miedo
de sentir perder tu olor familiar de antaño.
Tengo miedo que al despertar
no reconozca la sonrisa del vecino,
de que cuando camine
solo me tropiece con desconocidos
y cada vez más desconocidos,
que a dormir solo vienen
Tú que fuiste refugio de muchos
pero que al mínimo tiempo
éramos todos conocidos.
Tengo celos y también antañas ganas
de sentarme en esa plaza imaginaria de pueblo.
Los que llegaron solo te diseñaron
con largas calles y grandes avenidas
sin placenteros lugares de encuentros.
Hoy, calles y más calles y más calles solo para dormir.
Y coches y más coches y más coches para contaminar.
Sé y lo sabes bien que hace tiempo te he “perdío”
Pero sólo en lo que mis ojos ven,
no te he “perdío” en mi corazón “partío”.
Perdí de vista tus industrias que creíamos estables.
Perdí de vista tu alma de cartero.
Perdí de vista tu olor de antes.
Perdí de vista los comercios que no comercian.
Te he perdío, pero no te he perdío
Porque yo nací rinconero del barrio
pero rinconero entero.
Tú y sólo tú sabes lo que te quiero.
Antonio Durán Montero