El pronombre personal del titular no está equivocado aunque contradiga al refrán, por cierto muy sabio, como todos los refranes. De ahí que mucha gente capitaneada por políticos iluminados, se hayan alienado (tampoco es error gramatical) como mayores enemigos de ellos, de los árboles. Y no es precisamente para ver el bosque. Porque en el significado si se quitan los árboles, no hay bosque que ver. En el del titular, no pueden quitar el bosque porque no hay árboles. Ya lo quitaron previamente excusando que no lo quitaban y pusieron en su lugar esos bonsáis gigantes con alcorque más reducido que un apartamento de doscientos euros.
Hay que ver la relación que tiene todo entre sí, en este mundo ¿eh? Y eso que la globalización fue un fiasco, una mentira bien urdida, un insulto a Marshall McLuhan, creador del término, pero no precisamente para desunir el mundo y sus habitantes y hacer a estos más dependientes cada día y disminuir diferencias… por abajo. Que conste. Ese trabajo fue —es— el de los políticos al servicio de las multinacionales y lobbies en persecución de un más cómodo medio de vida, Inútiles y vagos para ser fuertes en la obediencia a los intereses de sus partidos respectivos y defensores de ellos, antes que de la ciudad a la que deben su cargo, por la debilidad de sus habitantes, inmersos en el fraude de los dos «únicos partidos», capaces de entregarles su vida y la de sus hijos y sus nietos.
Hartos de estar hartos de ayuntamientos inútiles, como el de Sevilla, que no sirve a su ciudad y continúa provocando éxodo de población para hacer de Sevilla la única gran ciudad que decrece. El único periodo en que creció fue el de Alejandro Rojas Marcos y el equipo andalucista, que la ciudad rechazó, embotada por la engañosa propaganda marquista de los partidos dependientes de Madrid, hasta que algún día cambie y alguno con mayor conciencia y capacidad de gestión que los actuales, sea capaz de hacer la vida más cómoda y confortable para poder vivir en ella, no malvivir, con un precio de vivienda disparatado, y el propio Ayuntamiento deje de ser el primero en elevar precios por encima de lo humano, como un negocio en vez del servicio que debería ser; el día que el también disparatado negocio de la vivienda turística acabe con la fisonomía de plató de cine vacío, de museo sin contenido, y al fin permita a sus vecinos volver a vivir en su ciudad. El día que los negocios hotelero y hostelero dejen de ser esencialmente especulativos y empiecen a ser racionalmente beneficiosos para la economía local, y con ellos los pomposamente llamados «soluciones habitacionales» o, peor aún, «alojamientos colaborativos» pero «colaboran» tan sólo a vaciar los bolsillos de sus arrendadores.
Cuando el centro de Sevilla vuelva a tener vida, cuando pierda su actual característica de fingido plató, sin más vida que la borrachera y gritos nocturnos del turismo de ahorro para beneficio de empresas «and» extranjeras, cuando cuente con una red de transporte urbano para personas, porque haya un Ayuntamiento volcado en la ciudad, porque su interés sea la ciudad, antes que los de los superiores de cada munícipe; cuando sean independientes para no tener que enfrentarse a la maquinaria de su partido, cuando el Ayuntamiento impida que Santa Justa necesite ser trasladada a Majaravique, por su interés especulativo en disminuir el oxígeno disponible al asfixiarla con torres-colmenas en sus laterales; o tengan las agallas suficientes para enfrentarse a esa maquinaria; por tanto, cuando defiendan el metro con su red completa, en vez de dejarlo ir, para que si un día alguien con más conciencia y dignidad que ellos se decidiera a terminarlo, su diseño estuviera ya obsoleto para precisar empezar de nuevo; cuando desistan de liberar a sus jefes de la «pesada carga» de terminar una red de metro racional y suficiente y dejen de inventar términos engañosos con ínfulas de creadores lingüísticos para suplir su falta con despreciable superficialidad como «Metro centro» o «Tranvibús»; cuando paguen, siquiera sea con el cargo aquellos a quienes debemos la pérdida de varios miles de productores de sombra y oxígeno, necesario para la vida y de aumentar la cantidad de CO2 mortal; entonces podremos empezar a pensar que, ¡por fin!, se ha emprendido el cambio para mejorar porque las personas elegidas para representarnos, no para utilizarnos e inmolarnos, comienzan a pensar en Sevilla.
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