Dicen que las pequeñas historias, las protagonizadas por personas comunes, son la fuente de la historia auténtica. Es lo que se pretende con estas líneas, más cercanas a la emotividad que una exposición académica.
Estamos acostumbrados a que la historia nos cuente hechos, hazañas y heroísmos de grandes personajes. Esta historia, la que se relata a continuación, a pesar de ser una historia grande por ser parte de la vida de personajes reales de nuestro pueblo, va a contar tan sólo una parte de la heroicidad de algunos de nuestros paisanos consistente en vivir el día a día, en construir el futuro de San José y haber dejado en la memoria colectiva, el poso de una lucha encaminada hacia un futuro mejor para las generaciones venideras.
La única pretensión es que no se olviden algunos de los “fundadores” del núcleo de San José, y, de paso, hacer un humilde y muy particular homenaje a esos pioneros. Es necesario, para el buen funcionamiento de la memoria histórica, recordar personas, negocios y situaciones que fueron el germen que originó lo que hoy es el núcleo de San José.
Hoy sólo se hablará de algo que rompió moldes para conseguir mejorar la vida y el bienestar de las personas que sorteábamos hace más de setenta años, como buenamente podíamos, las incomodidades y la falta de medios. Intentaremos en el futuro seguir en esta línea, ampliando anécdotas, lugares, iniciativas y cualquier medida que contribuyera al beneficio de los vecinos del recién creado núcleo de San José; trataremos de hablar de la Ferroviaria, del Molino de Miguel, de la Blanca Paloma, de Tejidos Montero, de la Tienda de Parrilla y de la Pastelería de Alejandro… y por supuesto de los Billares de Antonino, del bar de Antonio el Ajumao. Curro Machado y su familia, si se nos permite, merecerían todo un capítulo de la futura historia de San José.
Pero vayamos por partes. Como botón de muestra comenzaremos a escribir sobre la fábrica de nieve, la primera de San José. Pero primero hagamos algunas consideraciones de la RAE sobre el particular:
— Nieve: Agua helada que se desprende de las nubes en cristales sumamente pequeños, los cuales, agrupándose al caer, llegan al suelo en copos blancos.
— Hielo: Agua convertida en cuerpo sólido y cristalino por un descenso suficiente de temperatura.
En los matices está la diferencia. En realidad se trata de una fábrica de hielo, lo que pasa es que los andaluces, y los rinconeros, usamos las palabras como nos da la gana, sólo así se puede entender la grandeza del habla andaluza.
Esta fábrica de nieve, gestionada por Paco el de la nieve y su hermano Manuel, era un edificio blanco, casi pegado al margen izquierdo del Arroyo Almonazar, en la zona hoy conocida como calle Écija.
En aquellos años, hablamos de los años 40-50 del pasado siglo, no solo no existían los frigoríficos, sino que tampoco se les esperaba. Tan sólo una parte privilegiada, mínima, de la población podía contar con una nevera en la que conservar, durante un tiempo limitado, los alimentos. Esa fábrica de nieve surtía de hielo a esos privilegiados (entiéndase el término sin ningún ánimo de reproche) y a los bares y establecimientos públicos, cada vez más numerosos, en el núcleo de San José.
Era frecuente ver a Paco el de la Nieve, recorrer las calles de la localidad con su isocarro (motocarro) repartiendo las barras de nieve (otra vez volvemos a usar a nuestro criterio la palabra). Con esto Paco y su hermano Manolo, conseguían mejorar la vida de sus vecinos, y de paso, ganarse el sustento. Hay que decir que Paco y Manuel eran hermanos de Antonio Morón, maestro mecánico de la Azucarera, a la que por cierto en su día rendiremos el reconocimiento que se merece, aunque le pese a algunos detractores.
La cercanía del Arroyo, ya que la fábrica de nieve estaba situada casi a su borde, permitía que el agua sobrante fuera vertida al caudal del Almonazar por medio de un pequeño reguero. A las barras de nieve producidas, se añadieron posteriormente, para disfrute de los chavales, los polos y las napolitanas… y también poder beber el agua fresquita sobrante que salía por el pitorro situado en una de sus paredes buscando mansamente, reguera abajo, el borde del Almonazar.
Sean, pues, estas humildes líneas parte de la aportación para la historia de nuestro pueblo y, concretamente, para el núcleo de San José.
Nota: Se está trabajando, con mucho rigor historicista por parte de un grupo de personas interesadas, en el nacimiento de San José de la Rinconada, su primer crecimiento y las posteriores expansiones del núcleo. El objetivo es presentar un trabajo serio, bien estructurado y veraz para evitar que se tergiverse, de forma intencionada o sin que haya intereses ocultos o malsanos, como pudiera haber sucedido en otros casos, a fin de evitar desviaciones de la realidad.